24.2.19

La izquierda no quiere mirar al cielo, aunque haya luz

Estos días he tenido reuniones con muchas personas formadas en la política de izquierdas que expresaban en público el diagnóstico actual de la política española y aragonesa y las posibles decisiones y remedios a tanto desaguisado. Personas mucho más profesionales que yo, con más años de experiencia y sobre todo con más poder político.

Lo escuchado no me ha gustado nada. O incluso nada de nada. Excesiva testosterona viniendo de cualquier sexo, mucho simplismo, nada de reflexión sobre el tremendo momento que vive la izquierda y sobre todo y más preocupante, nada de reflexionar sobre la llegada de una derecha extrema que quiera arrasar con mucho de lo logrado a duras penas.

Yo, lo mío, lo cercano, el odio al otro vecino, el pasado, lo que me hicieron, lo que me harán, mi personalidad, mi pequeña ideología, mi, mi, mi.

No es complicado saber qué le sucede a la izquierda de España en estos tiempos raros. Con seguir sus movimientos y decisiones se entiende perfectamente. No es posible trabajar desde el egoísmo de la cerrazón o la incapacidad. Hay que ser más benevolentes, generosos, inteligentes, reflexivos. 

Debemos pensar más en el futuro para construirlo y mucho menos en el pasado pues lo curioso es que siempre que nos referimos a él como afianzamiento de nuestros pensamientos observamos lo negativo, nunca lo positivo.

Los item que recibimos del momento actual en España y en Aragón, no son positivos para la izquierda. Incluso llegando a gobernar en minorías bloqueadas. Y sin que se den cuenta desde la sociedad más débil, tampoco son buenos tiempos para ellos. 

Hablo dirigiéndome a la sociedad que menos tiene y mas necesita, donde incluyo a millones de españoles que no saben que deben estar incluidos por sus ingresos y derechos.

Cuando uno viaja por Europa, por los vecinos, ve con rubor y algo de pena, que quien puede vivir muy bien en España es un pobre en Europa. Que aquello que te permite no pensar en el futuro si eres español, te convierte en débil social a poco que pases las fronteras. Pensar que esto que sucede en España a mi no me concierne, es mirar con miopía. O incluso con presbicia.

22.2.19

En 1976 los ricos se quejaban de la política. Hoy son los pobres

En el año 1976 el genial Chumy Chumez publicaba esta viñeta en la revista Triunfo a los pocos meses de la muerte del dictador militar. Aparecía un clásico franquista con sombrero posiblemente empresario de trampas y apaños, quejándose de que todo se estaba politizando.

Han pasado 45 años y estamos volviendo a lo mismo. Ahora también nos estamos quejándonos de que todo se está politizando desmesuradamente. Pero aquel señor del sombrero alto se quejaba desde sus privilegios, de su fortuna en Suiza no bien entendida, de su sacrificio apoyando a la dictadura. 

Ahora en cambio los que se quejan de que todo se está politizando son los trabajadores que no tienen contrato fijo, los que se tienen que levantar a las 5 de la mañana, a los que curran para tener una cuenta vacía en un banco donde les cobran por entrar.

El señor del sombrero hablaba de sus futuros, igual que sucede hoy con muchos votantes de la ultraderecha. Y de que no deben mancillar su trabajo, su inocencia, su propia vocación de futuro, con la politización de los revanchistas. 

Es lo mismo, pero han pasado 45 años y ahora los que piensan en conservar (de conservadores) sus indignidades laborales son los que las padecen. Hay que aplaudir a rabiar a quien haya logrado este cambios tan hermoso y curioso. Podría parecer humor, pero es mala hostia.