31.12.23

En un segundo pasamos de lo Viejo a los Nuevo


Le quedaba un minuto de vida y nadie lo sabía. Él no, por supuesto. Posiblemente tampoco su asesino o sus asesinos. Pero lo quedaba solo un minuto. El último. Y sin querer todos nos tenemos que preguntar si seremos capaces de que alguien retenga nuestro último minuto de vida. Incluso nos deberíamos preguntar si es que sirve de algo hacerlo.

La fotografía es una herramienta que a veces además de convertirse en testigo imprescindible, es dura y triste, es melancólica, aunque sepamos que sin ella todo es tremendamente efímero.

Somos lo que somos, débiles… y fuertes mientras somos fuertes. Pero nunca sabemos en qué momento perdemos todo el poder sobre nosotros mismos, en qué momento las dudas se apoderan de las escenas de la vida, y todo se transforma.

Por no existir no existe ni el presente, que enseguida se vuelve pasado, incluso antes de que lo podamos saborear. 

Somos si acaso, sucesión de muchos presentes que vamos acumulando, saboreando, convencidos de que los estamos gobernando para nosotros.

Hoy acabamos el Año Viejo, y llegamos a creernos por nuestro bien que en un segundo pasamos al Año Nuevo, como si eso supusiera que algo importante va a cambiar. Pero solo cambia si nosotros queremos que cambie. 



La Mano de Dios está muy lejos y por eso no nos hace caso



Esta, dicen vete a saber con qué tipo de criterio, que es "La mano de Dios" o "Las fauces de la Bestia" que no se ponen de acuerdo los científicos para ponen nombre a estas cosas y que dicen está a 1.300 millones de años luz de distancia. 

Es decir, que lo que vemos aquí, lo que han visto con un super telescopio, es si acaso "La mano de Dios" tal y como era hace 1.300 millones de años que es lo que tarda en venir hasta aquí esa luz y con ella la imagen. Jodo. Hay que tener Fe… como poco.

Esto se entendería bien si efectivamente fuera "La mano de Dios" y que en este espacio tiempo que pasó entre la llegada de esta imagen y el hoy mismo, pues tal vez ya no estuviera por allí y nos hubiera dejado a nuestro libre albedrío y así nos va a todos en este mundo. 

También cabe que Dios esté tan lejos, pero tan lejos lejos, que lo que le pedimos le llega cuando ya no hay remedio. Nuestras oraciones le llegan millones de años después de lanzarlas y san joderse cayó en jueves, las soluciones nos llegan cuando ya no estamos aquí para recibirlas.

Vamos que a esa distancia lo mejor es que empecemos a pensar en otro sistema que no sea Dios, si nos queremos salvar, pues nos pilla muy lejos en años luz.

Si además nuestras peticiones viajan a la velocidad de nuestro pensamiento, ya ni sé ni sacar las cuentas. Este domingo ya no voy a misa y me pongo a pensar qué hago al respecto.