Cualquiera de los gestores técnicos de lo público habrá aplaudido con las orejas la declaración del secretario de la Mesa de Contratación de la licitación más que millonaria del desdoblamiento del Túnel de Belate, Navarra (el caso Belate 2) que declaró ante el Senado que había rumores sobre la adjudicación de la obra a Serbinabar de Cerdán, que expresó en el proceso de licitación algo así como que no había que ser tan chusco y descarado en favorecerla –en sentido contrario, que había que motivar mejor la propuesta porque podía cantar- y ello motivó su voto particular.
Rematándolo con una frase para los albures como es que la de que su papel no es tragar sapos ni tampoco va en su nómina que le tomen por imbécil.
Mezclémoslo con los expedientes sancionatorios que abre la Agencia Española de Protección de Datos contra los ayuntamientos que en las publicaciones someten a los ciudadanos a que su DNI sea de general conocimiento, los subrayan como peligrosos recurrentes en vía administrativa o los mecanismos para capar que la información de los expedientes se disponga por uno de los funcionarios que no los tramita (en la propia AEAT con auditorías muy estrictas), o sea hacia un concejal delegado de personal independiente que se presenta a una oposición que impulsa o evitar que se aireen en mitad de un café los datos económicos de una familia que se solicitan para que el pago de las guarderías sea progresivo según la renta.
Añadamos los seguimientos policiales mandatados por políticos a determinados trabajadores levantiscos o de baja perpetua y nos sale Montoro Asociados. No como excepción precisamente, sino como especialistas en trabajos en altura.
Después de la indignación tras conocer que Cerdán era casi gerente de algo que le montaron para ir en UTE, mientras que a los albañiles de mi pueblo no les dejaban rehabilitar patrimonio histórico oscense por no tener “capacidad profesional”, que les obligaba a ser subcontratistas de esas empresas de Tarazona que su alcalde y Presidente de la Diputación se encargó de cuidar, en nada nos extraña ni este caso ni la puerta giratoria de dimensiones de la del Hotel Ritz que se montó el ministro.
Hasta Rato ha confesado que vivió sin ser inspeccionado, eso con una radio y todo, por los ministros socialistas que le dejaron emprender.
Así que más que la inteligencia artificial al servicio de mejorar la contratación, hay algunas ideas básicas previas que conducen a concluir que no hay solución. Que el problema de España son los españoles, e incluso los superiores vascos y catalanes, como el de Serbia es que se les enciende la mecha rápido y toda su contratación es siempre de emergencia, a precio libre, dando palmas la industria de armamento rusa.
La principal de todas es que en un discurso de expiación, de crema facial hasta las trancas, Sánchez se olvidó de dos cuestiones que hasta un concejal de pueblo panadero, mucho más uno hostelero, tienen meridianamente claras de la Ley de Contratos. Por no decir que son las únicas que conocen, y descontado que en sus whatsapp y almuerzos, con más de dos chupitos, habrán dicho que en el fondo les hubiera gustado pasar una noche esperando a Daisy y al ritmo de los Blues Brothers del estercolero.
La primera es que para garantizar que una paella para los abuelos, tenga la calidad que te dieron un año o se le encargue al del restaurante de tu pueblo que puede sobrevivir y mantener el servicio con dos facturas como esa, aunque el contrato pase de los euros que te hayas obligado a poner en el presupuesto, no vas a pedir tres ofertas.
La segunda es que en los pocos casos en que te auto disciplines a hacerlo (esos en que no conozcas a ningún necesitado, o del partido, o pariente próximo del que sea…) vas a pedir las ofertas como te dé la gana, con correos electrónicos que solo entiendas tú y ya el que ya pedirá dos ofertas a otros dos que conoce.
Resultado: se pagan informes y proyectos, será por su calidad de redacción de expertos, a un precio fuera de mercado y por supuesto absolutamente diferente a cuando “se subastan” porque no tienes, o no quieres tener que te conviene, arquitecto en tu mesa camilla.
De estos regidores, que se dice en Cataluña, y por sobrerrepresentación de lo rural, se alimenta el poder territorial de los partidos, y son los que dan el salto a comarcas, diputaciones y gobiernos regionales. Habiendo demostrado previamente, sin ideología alguna previa ni acción social demostrada (porque mi sobrina o tío está despedida) que justificase su inclusión en listas como independientes de un partido, lo poco que les temblaba el pulso en “cuidar a los suyos”. Comprando su discurso técnico a profesionales sí cualificados que les proponen proyectos o actuaciones u otros circos.
Esta gente es la única que medra y da el salto en política, o la que encabeza despachos de asesores que antes de que les fichen ya les venían contratando como lobbies: como se decía en los 80, si no te empuja el Opus, te tendrá que empujar la masonería (no confundir con socialismo e igualdad material, las dos son aunque no aparezcan en la Constitución selecciones naturales por reales y los partidos, ay amigos, contingentes).
A los demás se les y se nos aplica la ley, no hemos sido nunca adjudicatarios más que en todo caso de una beca o VPO, no queremos ir de farra sin merecernos nuestras compañías y vivimos silente y permanentemente orillados. De la participación, del consumo de almejas crudas, de que se nos caliente el morro a base de cava caro y otros vigorizantes.
Estos sagaces políticos sin formación pero con consultores no funcionarios son los que sí consideran posible cuando ascienden comportarse en una modificación de contratos que lleva un contrato al triple como si de un contrato menor sin negociación alguna se tratara. Porque cuando fueron concejales y eran los “responsables” de la contrata de limpieza no hicieron como Cubero que tenía a la contrata aburrida plantándose en el tajo a las 6 de la mañana, sino que supusieron que todas las prestaciones mensuales se traducían en una misma factura porque la calidad de la prestación era idéntica.
Serbia tiene su cultura contractual y España la suya. Aceptar incumplimientos y pasar de la Ley de Contratos que no te resuelve ni la prisa ni que te recojan la basura. Porque el papel todo lo aguanta y, al día siguiente de que te han hecho la baja, el delegado territorial de la empresa ya te sacude que su oferta es incumplible, que no la han estudiado bien, que no habían venido al sitio, que el que la redactó ha muerto porque le ha pisado un elefante, que el desahogado del encargado que hizo la oferta imposible ya no está en la empresa.
La Constitución española no se basa en realidad en la soberanía popular, sino en la soberanía empresarial. Y los partidos y sus desideologizados miembros, excepto sus militantes de base, no dejan de ser sino representantes de las empresas cuando todo se tuerce ante los funcionarios. Si las administraciones han llegado a tener al setenta por ciento de su personal interino o metido a dedo, se comprende la situación hasta por mi abuelo. Ese que se fue a África a la guerra porque le vendió su destino un señorito de Jaca por 500 pesetas.
¿Tú habrías hecho lo mismo?
Queridos tertulianos de Iker Jiménez, está muy bien hablar y denunciar qué mal está todo. Pero hubiera sido mejor o más valiente que lo hubierais hecho antes de jubilaros y no en segunda actividad. En beneficio de todes.
23.07 Luis Iribarren
De estos regidores, que se dice en Cataluña, y por sobrerrepresentación de lo rural, se alimenta el poder territorial de los partidos, y son los que dan el salto a comarcas, diputaciones y gobiernos regionales. Habiendo demostrado previamente, sin ideología alguna previa ni acción social demostrada (porque mi sobrina o tío está despedida) que justificase su inclusión en listas como independientes de un partido, lo poco que les temblaba el pulso en “cuidar a los suyos”. Comprando su discurso técnico a profesionales sí cualificados que les proponen proyectos o actuaciones u otros circos.
Esta gente es la única que medra y da el salto en política, o la que encabeza despachos de asesores que antes de que les fichen ya les venían contratando como lobbies: como se decía en los 80, si no te empuja el Opus, te tendrá que empujar la masonería (no confundir con socialismo e igualdad material, las dos son aunque no aparezcan en la Constitución selecciones naturales por reales y los partidos, ay amigos, contingentes).
A los demás se les y se nos aplica la ley, no hemos sido nunca adjudicatarios más que en todo caso de una beca o VPO, no queremos ir de farra sin merecernos nuestras compañías y vivimos silente y permanentemente orillados. De la participación, del consumo de almejas crudas, de que se nos caliente el morro a base de cava caro y otros vigorizantes.
Estos sagaces políticos sin formación pero con consultores no funcionarios son los que sí consideran posible cuando ascienden comportarse en una modificación de contratos que lleva un contrato al triple como si de un contrato menor sin negociación alguna se tratara. Porque cuando fueron concejales y eran los “responsables” de la contrata de limpieza no hicieron como Cubero que tenía a la contrata aburrida plantándose en el tajo a las 6 de la mañana, sino que supusieron que todas las prestaciones mensuales se traducían en una misma factura porque la calidad de la prestación era idéntica.
Serbia tiene su cultura contractual y España la suya. Aceptar incumplimientos y pasar de la Ley de Contratos que no te resuelve ni la prisa ni que te recojan la basura. Porque el papel todo lo aguanta y, al día siguiente de que te han hecho la baja, el delegado territorial de la empresa ya te sacude que su oferta es incumplible, que no la han estudiado bien, que no habían venido al sitio, que el que la redactó ha muerto porque le ha pisado un elefante, que el desahogado del encargado que hizo la oferta imposible ya no está en la empresa.
La Constitución española no se basa en realidad en la soberanía popular, sino en la soberanía empresarial. Y los partidos y sus desideologizados miembros, excepto sus militantes de base, no dejan de ser sino representantes de las empresas cuando todo se tuerce ante los funcionarios. Si las administraciones han llegado a tener al setenta por ciento de su personal interino o metido a dedo, se comprende la situación hasta por mi abuelo. Ese que se fue a África a la guerra porque le vendió su destino un señorito de Jaca por 500 pesetas.
¿Tú habrías hecho lo mismo?
Queridos tertulianos de Iker Jiménez, está muy bien hablar y denunciar qué mal está todo. Pero hubiera sido mejor o más valiente que lo hubierais hecho antes de jubilaros y no en segunda actividad. En beneficio de todes.
23.07 Luis Iribarren