29.1.11

El día de San Valero representa un día de renovación, de cambio

El día de San Valero representa un día de cambios, de análisis profesionales en mi ya viejo trabajo de fotógrafo de Artes Gráficas. Ha sido una casualidad (casi) que sea hoy el día elegido para iniciar esta ventana, a cambio de
cerrar otra. Porque este lugar nace a cambio de cerrar otro asentado, con un número importante de visitas aunque nunca es suficiente, pero que representaba un pasado profesional que deseo cerrar definitivamente. Esta ventana nace pues con el valor añadido de saber qué es tener un blog y con la trampa escondida de que ese peso hace complicado elegir una sola temática, un enfoque sencillo y limpio pues es mucho lo que se cierra, mucho lo que se deja atrás. Nuevo blog pero con el peso encima del recuerdo de su antecesor, que tendré que olvidar pues nada es igual en la vida, por mucho que se intente. Nadie que tiene dos o más hijos, puede decir que a igual educación y atención se obtienen iguales resultados. Cada hijo sale y crece ante la vida de manera totalmente dispar, incluso aunque dispongan de suficientes detalles iguales.
El día de San Valero representaba un día laborable para toda España excepto para Zaragoza; y por ello era día a utilizar para visitar proveedores, empresas de colegas fuera de tu ciudad, entablar relaciones nuevas, decidir inversiones y cambios, observar maneras y nuevas tecnologías. Era pues día de cambio, de renovación profesional. Era día de inicio.

Me gusta Madrid y Barcelona. Debo estar loco.

Soy de esas raras aves que hablan muy bien de Madrid y de Barcelona. De ambas. Parece incompatible, o la menos eso dicen, pero cada una, desde su espacio diferente me llenan, consiguen cargarme las pilas y dejarme como nuevo. Las elijo alternativamente, tal vez por su diferencia
y así lograr lo complicado, que se complementen en mi. De una elijo la familiaridad de sus grandes calles, de la otra los secretos de sus callejas del centro que cada vez que voy me sorprenden con diferentes colores. De una sus majestuosos museos, pero de la otra su arte de calle y la particular manera de entender la pincelada suave que va dejando huella sin casi notarse.
Incluso cada día me gustan más sus gentes, se me abren más lo cual no siempre ha sido sencillo en algunas décadas pasadas. Hay altibajos pero ahora están en un buen momento. Acabo de regresar de Barcelona y vengo como nuevo, con ganas renovadas. No sé si no irme otra vez, ya veremos.