18.4.19

Estornudar y reírse pueden ser pecado si se hacen mal

Tengo que elegir entre escribir para vosotros y escribir para mi. Que parece una tontería pero os juro que no lo es. En realidad lo que quiero decir es que tengo que decidir si escribo para muchas visitas o para muy pocos lectores como tú. El precio de quien escribe en estas ventanas son las visitas, es decir el ego cubierto. Así que tal vez haya que bajarse del ego y disfrutar uno mismo escribiendo de tontadas interiores.

La ropa interior siempre es una mierda excepto si está sin usar. En cuanto la tocas, incluso en cuanto la ves puesta, ya pierde mucho valor. Podría ser de papel que así no nos daría pena romperla a mordiscos. Que os lo juro, tampoco sé a qué ha venido esto. Debe ser por la última palabra del anterior párrafo.

A mi derecha viaja en el AVE una joven de buenas caderas enchufada a un iPad con cascos mientras ve un película en su aparato. Todo iría bien hasta que ha empezado a reírse casi excesivamente. No sé si está bien pensar que una persona se está riendo excesivamente cuando cada vez es más caro reírse. Igual es envidia.

Creo que se ha dado cuenta la chica de las redondas piernas que entre el silencio del tren del silencio, no está bien el no reprimirse. Todos los demás se lo hemos agradecido con cara agria. El fondo se escucha a un niño llorar gritando. ¿No sabe que va en un coche del silencio? A mi derecha un hombre guapo ha estornudado de malas maneras. Así no hacemos país.

Sigo sin encontrar el futuro. Debo estar en el pasado

En septiembre de 2018, como era ya ese Año Nuevo que siempre celebraba en mis trabajos de organizador para cambiar formas, decidí que tenía que replantearme varias cosas, entre ellas ver qué hacía con mis blog, mis escritos, mis actividades políticas y sociales.

En enero del 19 seguían mis mismas dudas, pero acrecentadas pues se iban alimentando de más y más dudas. A mi edad tener dudas es suicidarse a plazos. Mentalmente me refiero. Así que en febrero me metí prisa.

En abril he llegado a la conclusión que el verano está a la vuelta de la esquina y que o corto de raíz mis dudas y tomo decisiones o me haré tan viejo que me ingresarán por tonto y no por la edad. Cumplir 63 creo que no edifica traumas ni depresiones nuevas encima de las viejas, pues ya las tienes todas. Pero sigo sin decidirme.

¿Arte pictórico, literatura del absurdo, poesía visual, fotografía abstracta? Silencio.

Voy en el AVE a mi Zaragoza. Cada vez que viajo cargo pilas. Pero no consigo cambiarlas por alcalinas. Creo que de tanto cargarlas se han envejecido como mi cara arrugada. Así que busco a mi alrededor para ver si encuentro salida.

Me bajo las gafas de ver y observo que casi todos van con pantallas de diverso tamaño. Nadie nos miramos. Nadie se habla. El tren ya no es el tren, es un lugar de sillones cómodos y traqueteo. Poco más. Me vuelvo a poner las gafas de cerca y escribo esto.

Nadie me mira, me vuelvo y veo a un treintañero leyendo un libro de verdad. Es un viejo prematuro me digo. O un futurista me consuelo.