20.7.22

¿Son imprescindibles los partidos políticos en las democracias?


Como vivimos en tiempos líquidos que ya han aprendido a adaptarse a su continente antes de que nos demos cuenta los que los habitamos, cualquier cosa que entendíamos segura e inamovible resulta que puede ser puesta en consideración o en solfa, buscando recursos distintos que puedan funcionar mejor o al menos diferente. Y en estas nos encontrábamos cuando ya se empieza a decir en algunas reflexiones de importancia si los partidos políticos como instituciones democráticas son insustituibles o no.

Un partido político es una organización casi empresarial que su único beneficio es poder gobernar. Recuerdo que no todos los beneficios son en dinero, también lo pueden ser en ideas, en lograr que se cambie una sociedad.

Sus militantes fueron un activo importante hace años pero ahora la desafección de la sociedad —al menos en España y algunos otros países mediterráneos— es de tal envergadura que los militantes son escasos, pagan poco, y en la mayoría de los casos no son activos o bien por que no les dejan los dirigentes o bien porque no lo ven atractivo trabajar para nada, con la que está cayendo de insultos a cualquier tipo de actividad que suena a política.

En realidad la calidad de los partidos políticos ha bajado muchos en las tres últimas décadas, por la propia desafección inclusos de sus dirigentes válidos si estos no obtienen el poder que creen les corresponde.

Llegados a este punto nos preguntamos todos: 

¿Son imprescindibles los partidos políticos para que funcione la democracia? 

¿Puede haber otro tipo de organizaciones sociales que tomen su espacio, sin convertirse en partidos políticos? 

¿Qué deberían modificar los partidos políticos en sus estatutos, en sus formas de comportamiento, para recuperar su importante sentido social?

La principal respuesta a todo ello está dentro de otra pregunta: 

¿Quieren los dirigentes de los actuales partidos políticos realizar cambios para que siguen siendo imprescindibles en la democracia? 

¿Se dan cuenta de la desafección en aumento, o eso mismo les simplifica el camino, para que los que gestionan sigan gestionando pero con menos críticas?

Aunque la principal pregunta sería otra. 

¿Existe recambio a los partidos políticos, sin que se resienta la propia democracia? 

¿En algún lugar, en algún tiempo, ha existido algo que siendo democrático, haya funcionado sin organizaciones políticas?

Excesivas preguntas, y casi ninguna respuesta. Es intentar adentrarnos en un mundo desconocido, sabiendo que lo que existe actualmente no sirve, pero que nadie sabe qué podría surgir de nuevo. Sin Rey muerto, y sin Rey vivo.

El planteamiento mas sencillo y que ya está sobre la mesa es que los propios partidos políticos se aúpen junto a asociaciones de todo tipo, apegadas a la sociedad, y que trabajen entre ellos en conjunto. 

Teóricamente parece lógico, pero la realidad nos dice que el problema es repartir sillones y poderes, y allí ya no existe generosidad. 

Sin ti no soy nada, pero contigo me quedo sin almuerzo. 

Así que ya empiezan a sacar la cabeza estas Fundaciones o Asociaciones de izquierdas para reclamar sus espacios. Desde sus debilidades de saberse pequeñas y sin ingresos para ser independientes.

Creo que están en esta década, aquellos que intuyen que algo importante hay que cambiar, como dejando que se vayan hundiendo los partidos tradiciones, algo casi imposible por su propio poder orgánico pues son los que manejan los dineros y los sillones. Pero creen que no están maduros para caer, aunque sospechan que hay que actuar antes de que se nos hunda del todo el edificio tradicional.

Lo intentó Podemos con sus primeros planteamientos que se fueron convirtiendo en partido político tradicional. Lo quiere intentar ahora SUMAR puliendo y dando lustre a las iniciales propuestas de Podemos.

La derecha no tiene estos problemas pues a ellos le va bien como está todo ahora. 

Sin fuerza interna suficiente y diferente a los poderes de reparto que haga de liebres ,y admitiendo que si son conservadores, lo mejor es conservar lo que ya existe. Es la izquierda la que se debe plantear si esto es suficientemente soportable para que al final por no querer reformarlo, no nos quedemos sin plumas y cacareando.

Todos estamos muy atentos en España a 2023, pues marcará un antes y un después, sin que nadie sepa con seguridad en qué consistirá ese posible cambio de marcos mentales. 

Cada vez parece más seguro que el ciclo socialista se tambalea, que la derecha ahora con Feijóo empieza a respirar y sin salvavidas de extremos, y eso hay que a poco que no se equivoque Podemos, sus restos y sus hijos, pueda —como ya dice el CIS— ser una tercera fuerza política con capacidad para marcar estrategias de futuro.

¿Todavía hay que esperar un año más para que se empiecen a ver luces nuevas? Pues podrían verse de inicio tras las municipales de mayo 23, y ya no queda tanto para eso.

Julio Puente Mateo

16.7.22

Seamos pesimistas. Lo mejor para nuestro futuro


Algunos dicen que no hay que ser agoreros, que no debemos ver el mundo en negativo, sino con ganas de vivir y de superar las incertidumbres, que todo lo que sucede es lo habitual en los ciclos de la vida. No digo que no puede ser así, pero a su vez digo —como Bill Gates— que en estos periodos complicados es mejor pensar en negativo, como un pesimista, para tomar decisiones como tal, que son las que nos pueden ayudar en el futuro.

Hay que gastar menos, hay que intentar ahorrar algo de nuestros ingresos, hay que prepararse para una crisis que sabemos se abrirá en canal a partir de septiembre y que de momento nadie sabe hasta cuando llegará.

Hay una serie de variables que la pueden convertir en pequeña o en grande. Dos principalmente. La Pandemia que no para y la invasión de Ucrania, que puede moverse hacia cualquier tipo de escenario.

Con la pandemia volvemos al millón de contagiados diarios, mal contados y que si bien no son graves, afectan a las economías productivas de todo el mundo y a esa globalización en la que nos habíamos tumbado para descansar.

Sobre Ucrania debemos entender que Rusia nunca se va a dejar ganar por "otros". Una vez comenzado el conflicto solo pueden existir dos escenarios posible. 

1/ Ucrania casi desaparecerá del mapa europeo, para que Rusia logre una seguridad que ellos entienden amenazada.

2/ Habría que vencer a Rusia con todas las consecuencias admitiendo que Ucrania no puede hacerlo. En la misma medida en que Ucrania pueda ir ganando o recuperando terreno, su invasor empleará más métodos y fuerza para evitarlo. 

Seamos sinceros aunque no nos guste decirlo. 

Rusia no está empleando más que una pequeña parte de su potencial militar. No hablo de armas atómicas, al menos de momento, hablo de armas convencionales. Las opciones de que la situación empeore son muchas y muy variadas. 

Y cualquier gripe en Ucrania y su zona de influencia nos afectará a todo el mundo occidental, pues son tantas las variables posibles, incluidas algunas hoy en silencio, que excepto la negociación, todo suena a muy malo.

¿Habéis visto el vídeo de New York de esta semana, explicando lo que se debe hacer en caso de ataque nuclear. En un video del canal "NYC Emergency Management", el Ayuntamiento de la ciudad recomienda seguir tres pasos urgentes después de que ocurra el ataque. Es una tontería de escaso contenido, pero es un ejemplo de que las pocas posibilidades de que se produzca un colapso las están analizando desde diversas posiciones.