El atentado en la ciudad alemana de Magdeburgo es otro ejemplo de que hay que tener mucho cuidado con los extremismos en todos los espacios públicos, pues reflejan personalidades y peligros para todos, que solo se puede minimizar desde la autodefensa de esos espacios. Solo se necesita un loco asesino para trastocar unas fiestas populares.
El hombre de 50 años, nacido en Arabia Saudí y que llegó a Alemania en 2006, mientras residía y trabajaba en la localidad de Bernburg, a unos 50 kilómetros de Magdeburgo, era ya conocido por diversos servicios secretos, pues difundía en las redes sociales mensajes conspiracionistas, según los cuales Alemania trabajaba en favor de la “islamización de Europa” y perseguía a los refugiados saudíes.
Parece ser que este hombre también expresaba simpatía por el partido de extrema derecha Alternativa para Alemania y por Elon Musk, el propietario de la red X y aliado de Donald Trump.