27.3.25

¿Quién carajo dominará el mundo del Siglo XXI? Opinión de 2021


Durante la historia que conocemos tenemos constancia de diversos países o civilizaciones que han ido dominando el mundo de forma cambiante. Ser la Primera Potencia en el mundo no es garantía de nada, simplemente es cuestión de tiempo el que dejen de obtener beneficios descontrolados para su territorio y alguien se les apodere de su privilegiada posición estratégica en el mundo.

Sabemos que los asirios, los griegos y los fenicios, los egipcios, los romanos, los bárbaros de Centro Europa, los ingleses, los españoles, los portugueses, los franceses de Napoleón, los alemanes de Hitler, el Japón que también lo intentó, los EEUU, la Rusia más puramente comunista o ahora posiblemente China han ostentado el poder preponderante sobre la tierra. 

Nada está seguro ante la eternidad, por eso no sabemos bien quien detentará el poder máximo a finales de este siglo XXI, o incluso a mediados de este siglo. Y quien tiene el poder modifica el mundo y sus futuros.

Sospechamos que ya los EEUU están en declive por diversos motivos y constatamos que tras el 11S ya no ha sido la máxima potencia del mundo pues demostró sus debilidades y además sus incapacidades para resolver los problemas máximos que le afectaban en su corazón identitario. 

La salida de Afganistán ha sido la guinda que ha colmado la tontería de un gigante con pies torcidos y llenos de callos. Algo similar a lo que le ocurrió a la URSS tras la caída sin control del Muro de Berlín. Pequeñas cosas mal diseñadas provocan derrumbes espectaculares de países que empezaban a ser de barro.

Es curioso que una pandemia que surge sin claridad en China se haya convertido en el punto de apoyo sobre el que hace palanca el Sudeste Asiático con la misma China a la cabeza. 

Es la suerte del ganador, o la inoperancia del perdedor. Cuando algo muy importante no se lidera, acaba destrozándote las ideas y obligándote a caer al suelo. Casi siempre es así.

Algo similar ha sucedido con la Europa que quería avanzar a trompicones y que se encontró en el camino con el Brexit y ahora observa con el rabillo el Polexit de Polonia y otras aptitudes vecinas muy preocupantes. 

Para liderar el futuro hay que saber trabajar muy bien los presentes, y Europa no está sabiendo leer bien la partida con los populismos del Este de Europa que huyen del comunismo viejo a costa de querer abrazar la extrema derecha y el nacionalismo cerrado.

Mientras tanto China observa, Pakistán juega sus peones en Afganistán, la India intenta ocupar posiciones afines, y entre Europa y Asía o África crece y se asienta una Turquía con ganas de tener el candado y la llave de una zona que es el Eje de medio mundo. 

Posiblemente a Turquía le importe tres huevos pertenecer a la Europa Unida, pues lo que ella quiere, o lo que desean algunos de sus dirigentes es ser la dueña de un espacio primordial que de aire a la Europa vieja hacia las zonas hoy todavía muy conflictivas pero que son las puertas hacia posiblemente movimientos estratégicos mundiales que hagan girar el punto del foco desde los EEUU y se quiera mover hacia Asia y África, en búsqueda de materias primas, de trabajo barato, de nuevos mercados, de nuevas religiones viejas.

Es muy posible que el cambio de líder mundial no sea para tanto, y quede solo como algo geográfico, y otro poco como cultural y religioso. 

Da la sensación —todavía parcial— de que la sociedad asentada sobre el Cristianismo se está agotando, y que si bien vemos al islamismo como una religión más retrógrada en libertades y posibilidades en el desarrollo de las personas, sea la que al final logre imponerse en el Nuevo Orden Mundial. 

Posiblemente no tanto un islamismo radical como un islamismo cultural que sepa aunar el modernismo y la tradición y religiosidad, aupando valores que ellos saben cuidar desde otras ópticas a las nuestras, como son la familia, el papel financiero y del dinero en la vida de la sociedad, el del consumo o el de las reglas y tradiciones seculares.

Nosotros, desde el mundo occidental, nos hemos acostumbrado en el último siglo a ir cambiando normas cada pocos años. Nos hemos acostumbrado tanto a esos cambios que incluso cambiamos o modificamos los cambios cada pocos años. 

Somos incapaces de admitir y comprender que tal vez una modificación de calado en la sociedad debe estar varias décadas en funcionamiento antes de intentar otra modificación. Hay que asumir y comprender que hay velocidades para todo, incluidas para las mejoras sociales importantes. 

Si aceleramos los cambios sobre los cambios, en realidad estamos restándole valor a lo conseguido y abriendo la puerta a que haya más cambios y no todos tienen que ser en la misma dirección.

Y en esto, hay culturas que no son partidarias de modificar constantemente sus tradiciones, y eso aunque a veces suena a en parte negativo, hay que analizarlo con calma, pues a veces funciona muy bien y todo es medible y revisable, incluido el no revisar casi nada. Suena a conservadurismo duro, pero a veces también puede sonar a sentido común en defensa de lo conseguido.

Ante la pregunta del principio: ¿Quién dominará el mundo del siglo XXI? la respuesta puede ser directa y poner encima el nombre de un país actual. 

Es posible que no sea tan sencillo y que el cambio de paradigma o modelo de liderazgo mundial sea más hacia otro tipo de culturas, de sociedades, de zonas de influencia con otros marcos mentales de sociedad. 

Y aquí pueden entrar China, Japón, India o Pakistán, pero también Turquía o un nuevo modelo de sociedad que sepa inventar un sistema económico diferente al capitalismo salvaje y al comunismo de libro sin ser la famosa Tercera Vía del socialismo humanista. No estamos hablando de cinco años sino posiblemente de 30 ó 50 años.

No hay tanta diferencia entre las cuatro religiones más utilizadas en el mundo. Y la cuarta no es el judaísmo sino el secularismo, los más de 1.200 millones de personas que dicen NO tener ninguna religión. 

Cristianismo, Islamismo y Budismo / Hinduismo como los tres pilares diferentes que sujetan similares filosofía de vida. Incluso podríamos decir que los seculares en gran medida abrazan también el humanismo similar en todas ellas.

¿Entonces… parezco plantear que el mundo retomará hacia las religiones, volverá a girar la cabeza hacia el espiritualismo? 

No, el dinero y las armas, el poder… seguirá siendo el motor que moverá todo. 

Pero incluso el Poder con mayúsculas necesita estar sentado sobre una concepción determinada de la sociedad global, sobre unas reglas de juego. Posiblemente para saltárselas. Y hay que recordar que el poder de la espiritualidad es brutal en los seres humanos, se llame como se llame.

Lo que quiero plantear es que para ser dominante tienes que tener enemigos a los que dominar. 

Para ser el dueño del mundo, tienes que tener contrincantes a los que intentar ganar, hay que tener una mano izquierda para demostrar que la mano derecha es mas hábil. 

Para que Europa y los EEUU pierdan su poder mundial, hay que poner delante otro tipo de sociedades que nos dominen con planteamientos distintos, claramente diferentes.

¿Y se podrá dominar el mundo, cambiar de Jefe Mundial sin una guerra cruenta?.

Pues eso lo podríamos dejar para otro capítulo, pero posiblemente y como estamos viendo en las últimas décadas —que motivos no han faltado para que pudiera comenzar una III Guerra Mundial— las próximas guerras serán diferentes, pues de todas las anteriores se aprende a intentar no cometer los mismos errores.

Nota: La imagen es de la serie 'Momentos decisivos' de Netflix sobre el 11S

Nota2: Este texto lo escribí en septiembre de 2021. Hoy muchas de esas preguntas ya van teniendo respuesta.

Ajovín


El cine en Zaragoza


Yo he nacido y vivido siempre en Zaragoza; así que he visto cómo se ha transformado esta ciudad desde
los descampados del Actur hasta la masificación actual, sin parque ninguno, eran tiempos de especulación urbana tal alejada de las políticas actuales de grandes ciudades como París, Londres que quieren tener un 30% de zonas verdes hasta la remodelación del puente Piedra y la construcción de nuevos puentes; la peatonización de la calle Alfonso y otras; el nuevo diseño de la plaza del Pilar y la desaparición del barquillero que ocupaba una esquina de la misma al que mis padres siempre nos compraban una bolsa de barquillos que no llegaban enteros a casa; los desaparecidos almacenes Gay con el sonriente Don Julio y su canotier que anunciaba las rebajas de verano; los también desaparecidos Galerías Preciados, Sepu o esa pequeña tienda en San Vicente de Paúl donde mi madre elegía la tela y subías unas escaleras laterales donde te tomaban medidas y te hacían unos vestidos preciosos (de hecho la actual dependienta me hablaba ante mis recuerdos de infancia que conoció al matrimonio que regentó esta tienda de confección y me explicó que las escaleras ahora estaban escondidas y el taller oculto bajo un falso techo). En fin, tantos recuerdos que se agolparon a mi mente, como la magdalena de Proust, hace unas semanas en el intermedio de esa película, tan actual y clásica, como es “The Brutalist”.

Vengo de una familia cinéfila, por fortuna, y desde niña los cines formaron parte de mis primeros recuerdos. Desde el desaparecido cine Norte donde los críos íbamos al tenerlo tan cerca de nuestro colegio o el cine Pax o cómo los críos del barrio íbamos juntos en bandada sin nuestros padres a ver diferentes películas en el centro.

Al estar ahí sentada en el cine Palafox, como hice tantas veces en mi niñez, recordé cómo ha cambiado la forma de ver cine y cómo han desaparecido cine míticos de Zaragoza. El cine Fleta con aquel acceso que daba paso al gran vestíbulo y escaleras y aquellas máscaras a los lados de la pantalla que tanto me gustaban de niña; el maravilloso Eliseos que cada vez que paso ni lo miro porque me da pena en qué se ha convertido; el desaparecido Coliseo Equitativa; los cines Rex, asimilados por Palafox actualmente; los gemelos Cervantes y Quijote tan cercanos uno de otro y con destinos tan diferentes, tan sólo uno de ellos sobrevive; los cines Aragón y los Goya... quienes sean de Zaragoza, sabrán de qué hablo y de cómo poco a poco han ido desapareciendo las salas de cine.

Recuerdo con añoranza y cariño, no soy melancólica, las tardes de domingo. Era ese día, cuando íbamos al cine junto a amigos de mis padres desde la infancia y que se buscaron la vida fuera de su pueblo como lo hizo mi padre siendo un adolescente o mi madre con veintipocos años o tantos otros que rememoraban en las sobremesas dominicales dando cuenta de que unos se habían ido hacia Navarra, otros a Barcelona y los que más hacia Zaragoza.

Eran domingos de alegría, de ilusión por prepararte para ir al cine con tiempo para coger las entradas en buena posición y tomar algo en alguna cafetería cercana y luego comentar esto y aquello de la película, porque los mayores conocían los avatares de todas las estrellas del celuloide y yo escuchaba embobada esto y aquello.

Porque el cine es vida y una que ha visto desde screwball comedies, musicales, cine mudo, cine de diferentes latitudes y que poseo una videoteca variada y selectiva puedo decir que es el mejor refugio que puede haber en este mundo caótico.

En definitiva, tanto cine por ver y tanto visto que, cuando veía The Brutalist en la sala 4 del Palafox que guarda la esencia de lo que fue, las otras salas son impersonales, los recuerdos del pasado se agolparon y sólo pude agradecer al director, Brady Corbet, por hacer una película sin los mareantes movimientos de cámara que pareces estar en un vídeojuego, porque el bagaje cultural de los nuevos productores es el de no haber visto cine y sólo entienden de dinero creyendo que al nuevo público hay que darle un cine básico como la ropa barata y desechable para que las mentes estén aletargadas y no se tenga el sosiego de ver una historia contada con calma, con inteligencia, con crítica constructiva, no esa destructiva que pulula hoy en día y que remite a la zafiedad, a los vulgares de palabra que distorsionan la realidad ajena y no quieren asumir responsabilidad de sus acciones y palabras.

El cine es como la vida, bueno y malo, honorable y deshonroso
y doy gracias a mis padres por haberme enseñado desde niña a ver cine y aún tengo la suerte de seguir haciéndolo con mi madre y reírnos con un Mastroiani y Loren en su “Matrimonio a la italiana” dirigidos por el gran Vittorio de Sica o maravillarnos de esa joya que es “La hija de Ryan” de David Lean que tanto gusta a mi madre o soltar carcajadas con la infalible actriz francesa Isabelle Huppert que interpreta con somarda aragonesa ese papel tragicómico en “Mamá María”.

Ya lo dijo Aute, más cine por favor.

Olga Neri

26.3.25

Kit de Supervivencia para entendernos mejor


Ya tenemos todo preparado mentalmente para comprar el Kit de Supervivencia. Nos están convirtiendo en adultos a base de no tener o de no recibir ni puta idea en positivo. Pero bueno, lo aceptaremos.

No tenemos ni se le espera, información suficiente de los motivos que van llevando a los que quieren gobernar, a indicarnos que tenemos que comprar latas de garbanzos y guardarlas en casa. ¿Sólo para tres días? Ya salen anuncios ofreciendo radio con manivela. Jodo.

A los suecos les han mandado —como ya he dejado en otra anterior entrada— hasta los toques de las sirenas para que no haya confusión. Antes las campanas sonaban a misa, a muertos o a celebración. Ahora es otra cosa.

Las guerras son inevitables, es la historia aunque no nos guste. Cada día estamos más cerca de la próxima, es estadística, son datos lógicos, sentido común. Y también es sentido común que se empieza por el Kit de Supervivencia, y se termina con muchas más decisiones.

No supimos ver el COVID hasta que ya había matado a muchos. En todo el mundo. No supimos ver la invasión de Ucrania, hasta que a Putin le dio por joder. Y hubo reuniones suficientes incluso con aquellas mesas larguísimas para estar bien separados, los que parecían mandar.

Ahora nos sucederá igual. La Guerra Tecnológica no sabemos cómo será. Llevan algunos años intentando meterse en lo que parece nuestro, pero que simplemente lo hemos comprado. Saben entrar en las tecnologías y joderlas. Entran en nuestros grandes ordenadores y a veces lo notamos.

Prepararnos en Seguridad es MUY necesario, pero hay que meditarlo bien y prepararse con urgencia y sin dar trompicones. Como todas las guerras van contra los civiles, hay que admitirlo y saberlo bien. Y para eso hay que tener buena información, y capacidad de resistencia pasiva. Y no tener miedo.

¿Cuando creamos modos diferentes de entendernos entre nosotros mismos, si lo que queremos es defendernos de los enemigos? 

El otro día alguien hablaba de la tontería de tener 27 ejércitos sin un mando único. Parece de sentido común. Pero tranquilos, en los países, en casi todos, tenemos más de dos o tres tipos de policías que a veces se llevan bien entre ellas, o mal y revueltas. Sabemos de lo que hablamos, incluso en los peores años del terrorismo en España.

¿Tenemos al enemigo muy lejos o excesivamente cerca?

Qué seguimos sin reparar en ello, comiendo en Cuaresma y Pascua


El dogma de los deberes iguales no conlleva el de la igualdad de derechos (Chesterton)

Pensado en la enfermedad del Papa Francisco, la implicación de la iglesia católica y su voluntariado en la guerra de Ucrania y no en la Segunda Guerra Mundial, en cómo se utilizan las creencias como fondo de entablar conflictos como en Irlanda del Norte de este carácter que encubren otros sociales de falta de oportunidades a un determinado colectivo y la participación como cierre de la cúpula de la Iglesia en el debate de las renovables o la gestión de Mazón, me dije…

Vamos a dejar un poco estas cuestiones y hablemos de herencia cultural cristiana, de herencia histórica y memoria común, que justificaba (atención al tiempo verbal) el consumo mayor de pescado del interior de España en relación con otras regiones continentales mundiales.

Destacadísimas jornadas y la cocina de las familias sin pretenderlo honran una tradición de consumo en cuaresma de croquetas creativas de muchos sabores, pescados y legumbres en salsas verdes, con huevos duros todo lo más y basada en ciertas partes de Aragón en el abadejo seco desalado y en determinadas excepciones como Calatayud, en los delicados potajes de congrio seco. Bellísimo bicho nacarado y dorado en forma de red que podemos llegar a perder.

En el tiempo histórico álgido del Barroco español, o Contrarreforma, se distinguió entre días carnales frente a nada menos que ciento cincuenta días de cuaresma. Acepción que en latín significa cuadragésimo día, periodo de reflexión y preparación espiritual de la Pascua que no estaba muy lejos de ser un ramadán rabajado.

Así durante todo el año se ayunaba los miércoles y viernes de todo alimento húmedo (inicialmente carnes, pescados y ovolácteos) como mortificación corporal sin relación con la declaración como sucede con las corrientes kosher o halal de ciertos alimentos como “adecuados”, que eso significa, frente a otros impuros o prohibidos. En la cultura semítica global, son normas que prohíben la ingesta del cerdo y sus derivados, canoniza cierto régimen sacrificial de los animales y, en la judía en particular, aumenta hasta el paroxismo el listado de animales y combinaciones no posibles como para profundizar en todas ellas en un solo artículo introductorio.

Cuestión que sin embargo la industria agroalimentaria aragonesa tiene bien presente para exportar a sus mercados de Oriente Próximo en general.

Estos ayunos y prohibiciones, siquiera basados en otras causas históricas como que el cerdo puede competir con el hombre en alimentación de desierto, fueron tratados tal como hace la corriente alimentaria del yin yang en el sentido de venderlos como propios de mantener el equilibrio del organismo. En el Medioevo tal cuestión se expresaba como conservar al hombre equilibrado en sus cuatro humores: no pasarse ni de bilis negra, ni de bilis amarilla, flema o sangre.

Así, las normas de abstinencia de los alimentos húmedos se extendió a todos ellos pero las indulgencias y bulas, especialmente concedidas a los guerreros cristianos de las Cruzadas (como existen excepciones al ayuno en el Corán) fueron derivando por comprarlas la nobleza y nuevos ricos hacia la incorporación de permitir en cuaresma el consumo inicial de frutas, verduras y legumbres, añadir huevos y lácteos y al final consentir el consumo de pescado. El último límite no rebasado ha sido el de no permitir excepciones de mezclas de carnes y pescados, cruciales en la gastronomía de mar y montaña catalana, pues las encíclicas –ojo al dato- entendían que mezclar pescado con carne era caso de promiscuidad.

Qué nos queda de todo ello aún hoy, días de moral relajada y en que no se respeta ni la vigilia de cada viernes.

Nada menos que los guisos de garbanzos de ayuno como bacalao, los fondos de caldos de verduras para guisar por imposible uso de los de carnes o aves, la permuta de las frituras en manteca de cerdo por las de aceite de oliva u otros vegetales –la famosa tempura japonesa-, las torrijas con leche no animal de almendras y engordar las verduras y sus guisos aromatizándolas con laurel y hierbas de primavera y presentándolas rebozadas, como las piezas menos nobles de las carnes. Para disfrutar y no echar de menos, todo un festín de temporada, siendo la única cocina kaiseki que nos queda.

Así en toda la cocina peninsular ibérica, con especial referencia a la portuguesa, o en la cuccina povera del sur de Italia, el ayuno o prohibición cuaresmal se ha llevado mejor por la enorme influencia en nuestros guisos de la cocina árabe y sus tajines suntuosos de calabaza o berenjena, el perfumado de las cazuelas con limones amargos y agua de rosas primaveral y el uso de la canela que enmascara las carnes en putrefacción para postres y otras preparaciones. Además de los fondos de guiso en salsa de almendras y cebollas caramelizadas.

Como curiosidad, lardero viene de lardo, de tocino, y de las preparaciones a partir de fondos vegetales sofritos con unto o manteca colorá como el afamado caldo lardero, prohibidísimo en estas fechas.

Los partidarios de empapuzaros de comida rápida, si queréis hacer un guiño a la tradición culinaria de vuestro lugar, limitaros a ingerir falafel, pasteles o pizzas de hierbas , queso y espinacas (en la Francia barroca, la hierba española) y dejad por una temporada las cosas King.

26.03 Luis Iribarren