20.2.24

Síntomas del comienzo de una depresión leve a moderada

Una depresión leve no empieza de forma repentina, es un proceso que va creciendo desde un trastorno que cuesta incluso detectarlo, sobre todo si no tenemos un motivo importante para que nazca sin aparente motivo las sensaciones de apatía, tristeza, poca valoración personal, etc. 

Detectar los primeros síntomas del inicio de una depresión es imprescindible para un buen diagnóstico y tratamiento.

Siempre debemos tener en cuenta que no hay que emplear en vano la palabra depresión, pues además de tener muchos grados, normalmente empieza y crece como un sentimiento de tristeza mayor del acostumbrado, que sólo si se queda fija entre nosotros, es cuando hay peligro de que se nos convierta en depresión y por ello entonces es cuando tenemos que acudir a solicitar ayuda, al médico de familia en primer lugar.

Vamos a relatar los síntomas que pueden indicar el inicio de una enfermedad depresiva en nuestros allegados, en nosotros mismos. Es un problema que se debe tratar cuando más leve es.

Si observamos estos cambios en la forma de vida de algún conocido o familiar, debemos hablar con la persona muy suavemente, e intentar buscar esa ayuda médica que antes comentaba. Y si eres tú mismo quien se da cuenta de estos problemas, no sientas reparo en acudir a tu profesional médico de referencia, pues para eso están y atienden todos los días casos similares.

Algunos de estos síntomas son complejos de observar y sin duda algunos también, indican una depresión severa. Debemos estar atentos y debemos ayudar, pero con la idea clara de que las depresiones tienen muchos grados y las formas más habituales son leves y perfectamente tratables.

- Menos interés o falta total de interés en realizar actividades con las que solías disfrutar antes con ellas.

- Cambios en el peso habitual, ya sea menos o más, relacionado en ambos casos y sobre todo, con cambios en tu apetito, por defecto o por exceso.

- Cambios en tus niveles de energía, que pueden ser menos energía, que haces todo más lentamente; o en cambio utilizas más energía, que te encuentras como hiperactiva.

- Sentirte cansado sin razón aparente y que ese cansancio te haga dejar de realizar actividades que antes considerabas normales, habituales.

- Sentirte culpable de algo (no solamente por estar enfermo) o sentirte que no vales nada, que ya casi nada tiene sentido, que lo que haces no sirve para nada, que la sociedad está mal, que es basura.

- Si tienes problemas de concentración, olvidarte las cosas, tener dificultades para tomar decisiones sencillas. 

- Tener falta de atención continuada. Olvidarte de apagar luces, cerrar grifos, cumplir una orden recibida. No de forma puntual.

- Tener pensamientos excesivos sobre la posibilidad de morirse, y en los casos más extremos (ya no es un problema leve), pensar o hacer comentarios sobre quitarte la vida (la depresión lleva asociada un serio peligro de suicidio entre los afectados) no tanto (o siempre) sobre uno mismo, como también sobre esa posibilidad en abstracto.

Recuerda que incluso si tienes dudas sobre estos trastornos, debes consultar con tu Médico de Famelia, que es quien mejor valorará si necesitas ayuda o no.