1.2.24

Hay dos España, dos Madrid. Tremendamente diferentes

No queremos ver lo obvio por las calles, pensando tan vez que así nos sentimos más felices. El 31 de enero de 2024, a las 10 de la mañana, he cruzado la plaza Benavente de Madrid y había al menos unas 8 personas haciendo o intentando ser alquiladas para la prostitución.

Había un hombre durmiendo en el suelo, junto a una esquina cerca de una librería y sin tapar, y seis hombres sentados en el suelo de la otra punta de la plaza, alrededor todos ellos de dos cajas de vino.

Tenía esa mañana que acudir a un barrio “bien” de Madrid a casi una hora de Metro, donde el espectáculo era totalmente diferente.

En las tres últimas paradas de la larga ampliada línea de Metro, ya casi no viaja nadie y los que lo hacen son trabajadores del hogar hacia barrios muy residenciales. Los hospitales privados y las escuelas idénticas copan los espacios que dejan los grandes chalet o enormes edificios de diseño, con altas vallas y seguridad privada. Sin clave no se puede ni llamar al portero.

No hay comercio, no lo necesitan, no hay personas por la calle, no lo necesitan tampoco, no hay vida en la calle, si acaso en los Clubs privados de entretenimiento o dentro de las vallas metálicas.

Son dos España, dos Madrid, dos sociedades, dos formas de vivir y de morir. Son tantas las diferencias, que preocupan aunque las tapemos. El resto, nosotros, los que no pertenecemos ni a una ni a otra sociedad, no queremos mirar a ningún sitio. Nos conformamos. ¿Eso es lógico, inteligente, humano?