22.9.25

Relato pedante de lunes frío

EL NIÑO

Llevaba varias horas sentado, ensimismado y pendiente de mis vecinos de asiento, observando como bajaban y subían tras la puerta del autobús o desaparecían sin saber bien cual era el motivo por el que después de estar un tiempo esperando en las filas, cambiaban de rumbo. Yo quieto por fuera, vigilaba el mundo que se movía en la parada e intentaba que no se fijaran en mi.

Mujeres maduras, jóvenes escondidos en su música, ¡un niño sólo!, ¡un… ¿qué hace este diminuto chaval caminando de la mano de un libro tan grande?

Se quedó sentado a mi lado, en la bancada de la marquesina que no dejaba lugar para muchos, y en una posición maravillosa para leer el título del libro algo viejo y de tamaño incómodo para él, con el que descansó a mi lado.

“La insoportable levedad del ser” leí dos veces… dos. 

—¿La qué…?, —me pregunté sin pestañear para no denotar que me preocupaba el hallazgo. 

Este chiquillo no tiene ni idea de lo que lleva entre sus manos, pero sujeta el libro como si fuera su vida, con la delicadeza poderosa del hombre seguro.

Pero mi sorpresa fue a más cuando, ya asentado y tras mover su cuerpo dulce varias veces hasta encontrar la posición cómoda, abrió el libro por su marca páginas y se puso a leer en la página 59…

…nuestra vida cotidiana es bombardeada por casualidades, más exactamente de encuentros casuales de personas y acontecimientos a los que llamamos coincidencias…

Me pregunté por su edad, busqué en su cara detalles de adulto, revisé su atavío, miré sus zapatos. No era un adulto encogido, era un travieso chaval de unos 8 años con cara de párvulo iletrado, pero estaba leyendo lo imposible. 

Revisé otra vez su lectura, y moviendo ligeramente mi cara, intenté adivinar si efectivamente leía o simplemente disimulaba una espera o jugaba a ver letras, ¡yo que sé!, pero seguía en la página 59…

…el hombre llevado por su sentido de la belleza, convierte un acontecimiento casual en un motivo que pasa ya a formar parte de la composición de su vida…

Y con mi mano le toqué levemente en el hombre como si de un adulto fornido se tratara para reclamar su atención. 

El se giró levantando la vista del libro y mirándome como con desgana (lo que me sorprendió pues esperaba encontrarme una mirada infantil), y le pregunté casi preocupado…

—¿Estás leyendo este libro? —le pregunté casi preocupado. Pero su respuesta me preocupó más todavía.

—He vuelto para demostraros que el mundo sigue siendo tan feo como imaginé —me respondió con voz muy fina— y que los hombres somos incapaces de levantarnos entre los muertos sociales para reclamar dignidad…, te asombra mi aspecto ¿verdad? Simplemente es que me da asco volver de adulto. Soy el autor y he venido a corregir mis escritos, que no mis desesperanzas.



19.9.25

Las profesiones peligrosas en este 2025


En periodos violentos como este, año 2025, hay profesiones más peligrosas que otras, que se han ido convirtiendo en peligrosas con arreglo a lo que nos va pidiendo esta realidad social violenta.

Hoy es peligroso ser periodista, médico, maestro, payaso, niño, incluso a veces ser militar y político. 

Las verdades joden y molestan, las críticas mucho más. 

Todo lo que sea estar en el espacio que no tiene armas ganadoras es peligroso, y se tiende a ese ejercicio aberrante de hacerlo callar, y para eso hay diversos métodos.

Las hemerotecas seguirán existiendo cuanto todo esto pase, y los hijos y nietos de muchos les dirán a la cara o de tapadillo a sus padres y abuelos, que no estuvieron a la altura, que la jodieron bien jodida y que fueron cómplices. 

Los silencios siempre tienen un valor, sean del tipo que sean, vengan desde donde vengan. 

No podemos ir los domingos a misa (quien vaya) y mucho menos creernos cristianos, si nos callamos ante estas barbaridades, en las que lo de menos es que las llamemos de una forma o de otra.

Lo de Gaza es Genocidio, pero me daría igual el nombre, lo importante sería pararlo y buscar luego responsabilidades. A todos los niveles. Lo repito. A todos los niveles.