9.5.10

No todos los votos son iguales. Los votantes centristas tiene el poder de elegir

En España se calcula que hay unos dos millones de votantes especiales, cuyo voto es el que realmente hace valer a un gobierno o a otro tras unas elecciones generales. Son los dos millones de votantes centristas, que a falta de una opción propia, votan a veces al PP y a veces al PSOE.

En España la fidelidad del votante es muy alta, e incluso los dos grandes partidos trabajan mucho el enfrentamiento con el contrario para forzar ese bipartidismo sociológico, que tanto les beneficia a ambos, creando enemigos más que amigos. Uno es votante del PP sobre todo porque odia al PSOE y al contrario. Pero en tierra de nadie están esos dos millones de votantes que dan y quitan gobierno.
No contamos los votantes nacionalistas que están divididos por todo el territorio estatal, que suelen ser fieles a su manera, ni a los votantes del IU que oscilan entre este partido y PSOE según como vean el asunto del miedo a un gobierno del PP o un cabreo sumo del gobierno del PSOE.

Esos dos millones de votantes “especiales” tiene un valor increíble para los dos grandes, tanto, que pagarían estos por saber donde viven y mandarles así a su diputado de cabecera a explicarles su programa. Toda la campaña electoral, con ese coste tan alto, se hace para ellos. Para esos dos millones. No acuden casi nunca a mítines, observan los medios de comunicación con detenimiento, miran las encuestas con lupa para buscar cómo pueden incidir más y mejor en sus opciones elegidas y se mantienen callados, sin explicar su voto a nadie. Eligen a líderes más que a ideas, a sensaciones más que a promesas, a equipos que trabajan más que a grupos de amigos políticos. Odian la política como empleo, son centristas, y no quieren el cambio más que si es inevitable para mejorar. Forman un grupo social complicado de adivinar, entre trabajadores y clase media, que son los que más están sufriendo ahora la crisis. Pero han estudiado la historia de España y se la conocen bien. Están tan preocupados con la actual situación que no saben todavía a quien votar. 
A uno por malo y a otro por peor. 
Pero en el último momento decidirán.

Falacias españolas para tiempos de crisis

Las falacias son aquellas locuciones que pueden parecer verdades de las gordas, que todos usamos en la vida real como lluvia fina, pero que carecen de real lógica; que incluso en su máximo significado, son mentiras.

- Falacia ad hominem: El país iría bien si el gobierno no fuera una pandilla de irresponsables.
- Falacia ad baculum: Con este gobierno nos vamos a la quiebra.
- Falacia ad verecundiam: España no crecerá hasta el 2016, y si lo dice el FMI...
- Falacia ad populum: Con este gobierno no va a poder trabajar nadie. ¿Es que no ves el paro?
- Falacia ad ignorantiam: Con la oposición habría ido mucho mejor la gestión de la crisis.
- Falacia Post hoc: El gobierno es la causa de esta crisis. Debemos echarlo para poder superarla.

8.5.10

Quieren acabar con Zapatero empleando bulos y artilleria escondida

Durán Lleida, portavoz de Convergència i Unió en el Congreso, ha planteado abiertamente la posibilidad de un gobierno de concentración, dada la incapacidad de Zapatero y Rajoy para crear un salida a la crisis actual. La solución no está, considera Duran, ni en un José Luís Rodríguez Zapatero "que genera una gran desconfianza" ni en un Mariano Rajoy que "no acaba de convencer".
Explorar los gobiernos de concentración no son buen recuerdo para la historia de España, pues raramente se han invocado en situaciones de paz y muchas otras veces se han pretendido como solución para terminar en situaciones de ilegalidad o de violencia, al tomar algunos locos bajitos la idea como la solución final que nadie sabe acometer. Ellos si, claro.
Durán Lleida pretende una moción de censura que triunfe a costa de presentar un gobierno de concentración. No dice con claridad con qué políticos como cabeza de lista, pues no le agrada un Rajoy que asegura "no acaba de convencer".
Creo que Zapatero tendría que sopesar ya, y digo ya con suavidad, todas las alternativas posibles, incluidas todas, y digo todas también con suavidad.
Sé que lo está pasando mal, no me lo ha dicho (¡snif!) pero se nota y es lógico. Que las declaraciones de sobre todo, sus correligionarios ideológicos con peso moral sobre lo que representa, las ha escuchado con calma y buscando tanto lo que se dice como lo que se intuye o lo que se calla. Es lógico pensar que además de lo que se publica hay escondido mucho más, tanto de contactos telefónicos personales o entre intermedios que corren, van y dicen. Hoy se publican a modo de joder, algunas notas que asuntan, no porque sean verdad, sino porque se nota excesivamente que son manipuladas.
Quieren acabar con Zapatero, y están empleando una artillería escondida pero que funciona sobre todo, porque el propio Zapatero está escondido en la nada. No es nuevo que en periodos de peligros, se intente acabar con los gobiernos socialistas con herramientas que no se publican pero que sí existen, empleando sistemas asquerosos. En los primeros años 80 y en los finales de los 90 se utilizaron. Que le pregunten a Alfonso Guerra o a Felipe González.

7.5.10

Esto no va a ser gratis. Felipe González

He tenido la suerte de ver en redifusión la entrevista entre Gabilondo (periodista) y Felipe (jubilado prematuramente). Cachis la mar salada. ¡Qué hemos perdido en los caminos del cambio!
Si; la CNN Plus ha realizado a mala hora y peor redifusión una entrevista muy buena para los momentos que vivimos en España.
La frase con la que terminaba Felipe (si, González) la entrevista es tremenda. ¿Qué les diría usted a los españoles?, le pregunta Gabilondo. Que no hay que ser pesimistas, pero que esto no nos va a salir gratis, es la respuesta. Sin duda sabemos, sabe, quien es el culpable del desaguisado, de las especulaciones, de los graves errores. Pero ahora hay que limpiar y edificar, hay que seguir peleando y construyendo. Y tenemos que poner de nuestra parte mucho.
No, no nos va a salir gratis. Y es bueno que se nos diga y que lo entendamos. Scierto que debemos pensar que no somos los culpables y que por ellos no se nos debe llamar ahora para ser los responsables de los arreglos. Pero a la vez debemos saber que si somos responsables de seguir haciendo funcionar todo esto y que por ello, debemos asumir las respuestas, los arreglos. No hacerlos es tanto como dejar que sean otros los que sigan buscando “sus” soluciones, que nunca serán las buenas. O asumimos que nos toca pagar y así además asumimos que debemos pedir responsabilidades, o no saldremos bien de esta.