3.11.25

Me han dado una Insignia Japón. He tenido suerte


No hay duda de que estamos tontos, y de que nos dejamos engañar con el postureo. Nos mola hablar de tontadas y de creérnoslas. Como dice alguien en una sería televisiva, hemos logrado convencernos de que estar en la Zona de Confort es negativo, que aspirar a tener confort y estar tranquilos es algo que no nos corresponde como meta. 

Estar en la Zona de Confort es admitir que somos esclavos y además contentos. No les falta parte de razón, pero salirse de esa zona de confort y no saber a dónde puedes ir, es peligroso. Antes de salirse, hay que hacer unos planos y unos planes.

Hoy he recibido este mensaje de arriba en mi teléfono. Me lo manda mi reloj idiota, y se queda tan tranquilo pues está convencido de que soy más idiota todavía que él mismo.

Me dice que como logro andar los 4.000 pasos diarios que yo mismo me he puesto como objetivo, y lo cumplo equis días al mes, me corresponde una Insignia Japón.

No me ofrece una recompensa lógica, como sería, si acaso, la Insignia Kenia o Colombia o Islandia. No, la de Japón que mola mucho más. Uno quiere un premio entregado desde Japón, pero no agradece si es un premio recibido desde Kenia.

Nos lo tenemos que hacer mirar, pues si algo queremos, le tenemos que poner ganas y esfuerzos. Lo demás son mierdas. 

Los 4.000 pasos diarios no merecen ninguna insignia, si no es para volverte más idiota que antes. Ganas me dan de darle un pisotón al reloj idiota. Pero es caro.

La importancia de las recompensas en los niños para aprender mejor

Para aprender se necesita recompensar. Siempre, pero en los niños también. Con los matices necesarios pues tanto se puede hacer bien… como mal. 

Una recompensa para aumentar el aprendizaje debe ser casi constante, leve y nunca potente, adaptando los retos a la capacidad de cada niño. Todas las comparaciones son odiosas y entre niños puede crear dependencias.

Nunca debemos exigir al niño un ritmo de aprendizaje más alto del posible según sus capacidades. Pero también hay que tener en cuenta que debemos recompensar los avances logrados, sin dinero, sin objetos, pero sí con premios.

No estamos acostumbrados a premiar con algo que no sea dinero u objetos, creemos que no hay más elementos de premio. 

Pero hay muchas opciones más. 

Compartir tiempo con ellos es una muy importante, alabar su esfuerzo es otra, darles seguridad también, llevarlos a donde ellos quieren pues les gusta, enseñar a los familiares lo que han logrado, una palmadita en la espalda y que sepa que nos hemos enterado todos de su avance.

Es mucho más eficaz premiar que castigar. 

Es mucho más eficaz apoyar positivamente que reprender negativamente. 

Aunque para los padres sea más sencillo lo segundo y nos olvidemos de lo primero. Y nunca pidas a tu hijo aquello que ellos no pueden conseguir. Creará frustración.

¿Estaba el economista Karl Marx equivocado?

El economista alemán Karl Marx fue y sigue siendo uno de los personajes que dan al pensamiento económico y filosófico otro constantemente giros según los tiempos de análisis presentes. 

En vez de quedarme con algunas de las ideas políticas, vilipendiadas hoy en día por una experiencia pasada de la que muchos prefieren recelar, hoy paso directamente a la fuente de sus nuevas ideas, que son de hecho la fuente de una de las más feroces críticas hacía su propio pensamiento.

Marx era un economista que, lejos de lo que podíamos pensar, utilizaba bastante las matemáticas para plasmar sus teoremas en una base de economía operativa/analítica. 

A través de la misma, llegó a la conclusión de que el sistema capitalista, formado por las empresas, debía quedarse con una parte del beneficio, no redistribuido a sus trabajadores, que eran los que de verdad debían poseer ese beneficio, pues ellos lo habían “creado” a través de su esfuerzo.

Marx alude a que mientras existan estas empresas, por la competencia, los esfuerzos en la reinversión, se harían cada vez mayores, obligando a las empresas a aumentar esta llamada plusvalía, dejando a los trabajadores cada vez más desamparados. 

Esto llevaría consigo una polarización extrema de la sociedad, con unos pocos ricos y una gran cantidad de gente pobre que, una vez llegado el caso, y siguiendo con la llamada “lucha de clases” terminaría por imponerse al propio sistema.

La crítica surgida después termino por destruir la teoría, al observar cómo empíricamente las clases medias crecían cada vez más. Se alude que Marx vivió en los comienzos de la industrialización, época en la que sí hubo un retroceso de las condiciones de vida, lo cual pudieron llevar a su equívoco. 

En general, por tanto, se da hoy por descartada dicha teoría, ya que la sociedad en su conjunto ha crecido, y no se ha dado esa polarización.

Pero…, ¿Estaba realmente equivocado Karl Marx?

Podemos enmarcar a Karl Marx como uno de los economistas clásicos, que usaban aun técnicas rudimentarias de análisis económico. Aun así, el enfoque predominante de la época era el de la redistribución

¿Cómo se redistribuyen los bienes en la economía? 

Así que Marx, como muchos otros, dejaron más de lado el aspecto temporal. Marx no tuvo en cuenta el crecimiento económico que se derivaría de las propia generación de capital físico y humano. Pero esto no es algo que invalide aun más su teoría, sino algo que le da más valor.

Si aludimos al hecho de que es ese crecimiento intrínseco del sistema, la variable que hacía aumentar las rentas y la clase media, podemos pensar que una vez que se acabe este crecimiento, o cuando se frene, la situación pasará a parecerse más a la descrita por Marx.

Las revoluciones mismas consiguen aumentar la productividad de una forma inimaginable, pero es cierto que hoy los países avanzados crecen menos (año 2010) que los emergentes (cómo China, India o Brasil). Así que podríamos pensar que llegado el momento, las teorías de Marx vuelvan a encontrar su contexto y su validez. 

Cuando ese momento llegue, el ser humano, el trabajador: ¿seguirá siendo un factor productivo más, o se habrá convertido en el verdadero dueño de la cadena de montaje real que es la economía?

31.10.25

Comisión del Senado sumido en el caos

La comparecencia del presidente del Gobierno en la Comisión de Investigación en el Senado en la llamada equivocadamente Comisión Koldo, ha sido una clara fotografía del momento actual de España. Una pena, una incapacidad, un tiempo perdido y abandonado al caos.

Otra vez más, el que salió ganando no ha sido el que iba en mejores condiciones para ello, ha sido VOX a base de lo que vimos sumando errores del PP con la astucia del Presidente. Diríamos en general, que se lo estamos poniendo a huevo.

La intervención del portavoz del PP, Alejo Miranda de Larra fue desastrosa y caótica, incluso en tres ocasiones y dentro del barullo de sus intervenciones en la Comisión de Investigación, gritaba para pedir la retirada de sus preguntas, para intentar que las respuestas se centraran en lo que no estaba consiguiendo.

En este tipo de formato de interrogatorios, quien debe estar nervioso es el que comparece para declarar. Nunca el que pregunta y desea sacar información. 

Si quien pregunta se pone histérico, se demuestra que va perdiendo. Y en este caso incluso los gestos de las dos personas que acompañaban en los laterales al preguntador del PP, eran de un idioma no verbal absurdo y de infantil, al menos de preescolar en política.


Y tampoco hay que plantear allí preguntas que aunque suenen interesantes, se salgan de la escena de la Comisión Koldo, pero eso lleva a lograr titulares en el mejor caso, pero nada más. Mezclar todo puede resulta válido para los medios de comunicación o para el público que no es afín, pero no conduce a la verdad. 

Es cierto que se buscaba poner nervioso, lograr que el Presidente perdiera los nervios y se equivocara en su estrategia de evitar el ruido y moverse entre la calma. Y se equivocaron en la estrategia y en la persona que quiso hacer de inquisidor.

Todos salimos con la sensación de que hay más, hay incluso y previsiblemente, mucho más; pero eso hay que demostrarlo y dejarlo muy claro. 

Aunque hubiera sido un pequeño detalle, un hilo del que tirar, se debería haber logrado una luz nueva, y no se logró nada. Si embarramos todos y con todo, nunca veremos nada.

Si los protagonistas de una jornada tan tensa pero a la vez tan importante, son la marca de unas gafas y un Peogeot lleno de miles de personas, la cosa queda en un circo o en una suma de chistes y de nervios histéricos, que no han servido para nada.

Nota.: Me pregunta un amigo qué técnica hubiera utilizado yo, si hubiera tenido el honor "cucado" de ser el que preguntaba. Es un papelón, pero primero hay que asumir que 50 minutos dan para mucho. La calma es un factor que se debe utilizar. Hubiera elegido un solo punto débil de todo lo acontecido hasta esa fecha, a lo sumo un solo tema y dos laterales muy similares, y solo me hubiera centrado en ese punto desde distintas ópticas y detalles. 

Pongo como ejemplo (uno de ellos, hay muchos y algunos más importantes) en el tema de los sobres con dinero en efectivo fotografiados por la UCO. Alguno era de casi 3.000 euros, una cifra ya muy sospechosa. E ir sumando respuestas del compareciente del tipo: "No lo sé". 

¿Quien los preparaba? ¿Siempre era la misma persona? ¿Qué cargo tenía? ¿Qué cantidades eran las máximas y las mínimas? ¿Qué tipo de billetes? ¿Cómo se apuntaban en la contabilidad? ¿Quien sacaba el efectivo de los bancos y de qué cuentas del partido? ¿Qué se pagaba o devolvía con los pagos en esos sobres? ¿Quien controlaba que esas cantidades se habían gastado en representación del partido? ¿A quien se les dieron estos sobres, además de a Koldo y a Ábalos? Mínimo, 30 preguntas de este tipo, reiterativas y envolventes.

Pero siempre desde un tono calmado, moderado, esperando las respuestas y solicitando al Presidente que descontara los tiempos vacíos. Es un ejemplo, pero de todas esas respuestas se debería encontrar un hilo de continuidad y no una actuación de leones hambrientos.