14.6.15

Vuelve la modernidad, la revolución, el caos. Bien, bien. ¿Será cierto?

Los museos ya no deben ser almacenes de "cosas" como las bibliotecas no deben serlo de libros sobre la pared, ni los colegios son ya almacenes de niños. Hoy todo debe moverse por sí mismo, y poco a poco nos vamos dando cuenta de la importancia de que todo sea creativo. Es la mejor señal de que estamos saliendo de la crisis. Sobre todo de la mental.

Desde los años 80 el mundo occidental y España como ejemplo no había avanzado nada en cambios sociales, en modificaciones importantes en sus hábitos de cultura social. Si en los años 70 creíamos que al ser ancianos nos iríamos de vacaciones a Marte hemos descubierto que seguimos escapándonos a Benidorm. Si en los 80 pensamos que la música y el vestir iba a ser revolucionaros nos estamos dando cuenta ahora que nos sigue gustando el pop y que cuando vemos a un concejal sin corbata pensamos que es un provocador. 

Hemos estados tres décadas retrocediendo o intentando en el mejor de los casos, mantenernos en el mismo lugar. Avanzan las tecnologías del entretenimiento pasivo. Creemos que avanzan las tecnologías de la comunicación personal pero tres décadas después el sexo parece menos libre y sin duda nos abrazamos y tocamos mucho menos. Hablar ya no hablamos, si acaso escribimos pero entrecortado. Avanza internet pero no lo empleamos para ser más formados o listos, sino para estar entretenidos y encogidos, como ensimismados.

Así que pensar que en alguna biblioteca ya se puede escuchar música, dormir la siesta o hablar alto, es una bocanada de aire nuevo. Pensar que en los museos se pueda fotografiar la obra y llevársela a casa será la hostia. Que en los cementerios se hará teatro por las noches un virús que parece contagiarse. Que el teatro o la ópera puede ser un lugar donde los actores se inventan los sonidos mientras los espectadores son los que de verdad hagan la obra como ya sucedía hace 30 años, un volver a soñar con los cambios. Para ver la moda actual hay que moverse a los años 60 o a lo sumo a los 70 pues luego vinieron las modernidades y nos hicieron creer que todo podría cambiar. Así que tener alcaldesas de 71 años, concejales que salen bailando del salón de Plenos, familias enteras que podrán entrar a sus ayuntamientos a pisotearlos sin que los serios guardias les pongan caras de romanos, puede ser otra señal de que el cambio ya ha llegado.

Ha cambiado la comida de los ricos, que ahora es mucho más cara en los restaurantes donde te venden cuadros y sensaciones, pero también la de los pobres que ahora es más escasa y de peor calidad. Así que debemos trabajar tanto que sin duda hay que abandonar el escribir y leer y ponernos a pensar y a crear soluciones nuevas.