17.10.23

La insensibilidad humana de todos nosotros en Gaza e Israel


En estos días tensos de espera para saber qué realizará Israel contra Gaza, son cada vez más las preguntas que nos hacemos y sobre todo las dudas y equivocaciones que vamos acumulando. Ni Palestina es Hamás por mucho que hayan votado mayoritariamente en Gaza a Hamás como sus representantes, ni todos los israelitas son una tiranos sino si acaso su actual Gobierno de Netanyahu.

A su vez tenemos que intentar entender que esto NO es una Guerra sino un sangriento e histórico conflicto entre un poderosísimo grupo terrorista que se contagia por medio mundo y con según dicen unos 30.000 efectivos, contra un modelo de vida que es el occidental y por cercanía e historia contra Israel en su conjunto que durante las últimas décadas se ha comportado con una prepotencia poco inteligente. 

No es una guerra porque una de las parte no representa a una Nación, si acaso lo haría como Palestina la Autoridad Nacional Palestina hoy dirigida por Mahmud Abás. Nos olvidamos de Cisjordania posiblemente sabiendo que es mejor no nombrarla para no desviar lo complejo del tema.

Ni tampoco Hamás tiene un ejército ni unos interlocutores válidos con los que negociar. Es un gravísimo conflicto entre un país, Israel, y una parte de la actual Palestina manipulada por Hamás. Y sobre todo es un problema histórico que ningún país es capaz de saber resolver. Es la suma de muchos errores políticos y estratégicos. Históricos que se tendrán que resolver.

Hay que reconocer a Palestina como un Estado, esto como primera medida internacional básica. Por poner dos ejemplos claros ni los EEUU ni la Unión Europea la han reconocido como Estado Independiente. Y lo más complejo, diseñar unas fronteras que sean reconocidos por todos. ¿Cuáles, las de qué fecha?

Sin duda los errores de todas las partes son tremendos en estas últimas décadas. Y digo las partes añadiendo a Inglaterra, Francia, Rusia, los EEUU o los países árabes de la zona. Incluido Irán y la Unión Europea como actores imprescindible, que por activa o por pasiva no son capaces de sentar unas bases de entendimiento en los excesivos años de guerras brutales de unos contra otros. 

No es fácil la solución, las soluciones, pues serían necesarias varias y de muy amplia base pero es que además los intentos de mediación siempre terminan en sangre. Los trabajos diplomáticos multilaterales se deberían pronunciar con suma urgencia para buscar unas fórmulas que no fueran arrasar a la población de Gaza.

Cada día son decenas los edificios enormes de la ciudad de Gaza y sus alrededores que caen destrozados como si fueran de cartón. Muchas veces desalojados con anterioridad por previos avisos. Pero eso supone convertir en puré urbano un ciudad de casi un millón de habitantes, en una zona quemada un territorio pequeño en el que vivían unos dos millones de personas. 

Si como ciudadanos del mundo no hemos sido capaces de articular organismos internacionales para lograr que se paren las guerras constantes, el terrorismo en aumento, nos deberíamos sentar y hacérnoslo mirar.

En estas semanas nada se nombra de Ucrania y Rusia. Desde hace meses no se habla de las guerras en África. Digerimos las guerras como algo inevitable que solo parece incidir sobre los que lo pierden todo, incluida la vida. Hemos aprendido a vivir con la violencia mientras le dedicamos miles de minutos a comentar un beso a una deportista. No es que hayamos perdido la sensibilidad, sino que dependiendo de la distancia se convierte en una cosa o en otra.

En Gaza son ya casi las 3.000 personas fallecidas, un poco menos de 2.000 en Israel. Los heridos que incluso ya, no pueden ser atendidos en los hospitales de Gaza ascienden a más de 10.000. En solo diez días.  Todo esto no son más que números. Dentro de cada uno de estos números hay personas, dolores, llantos, incapacidades. Nadie busca estos dolores, todos nos estamos equivocando. 

Seamos egoístas. ¿Qué capacidad de pensamiento positivo le quedará a este niño del hospital cuando crezca?

Ajovín