8.8.09

El Real Zaragoza y sus formas de entender Zaragoza y el fútbol

Yo le podría preguntar a usted si se fiaría de entregar regalos a una empresa por llevar el nombre de su padre en las camisetas de los trabajadores, pero que a cambio se dedica a contratar a reinas croatas y a despedir los peones aragoneses.
Pero no quiero preguntarle, porque sé lo que me respondería.
Los equipos de fútbol es lo que tienen, que se han convertido en un juguete muy caro, en manos de ricos a los que les gusta jugar con juguetes, y que si no tienen mucho cuidado, los rompen de dos patadas, porque lo que les sobra a ellos es dinero para comprar otro juguete.

El Real Zaragoza es algo más que un equipo grande de fútbol.
Lo que ya no entra tanto en mi forma de entender el juego de la pelota, es que tenga que ser yo quien pague la ludotecas sin saber bien cómo la van a cuidar, o si se van a emplear para que sólo jueguen los amigos de la reina, en vez de los amigos de todos.

Si el fútbol es un deporte en el que se intenta meter una pelota dura en una puerta con sacos, algo sencillo de cojones, no se entiende bien que se necesite un organigrama como el publicado hoy por Heraldo de Aragón, que para sí quisieran miles de empresas de este santo país, con más miles de trabajadores a sus espaldas. Sobre todo si el montante más alto del negocio; los locales, los clientes y la televisión, las pongo también yo con mis impuestos. Veo una empresa con muchos puestos de nada, para algo tan sencillo como meter gol.

¿O es todo mucho más complicado y yo soy tonto de baba y no me entero?

Por cierto, un consejo al Jefe de Compras. Para una vez que se es algo importante en el deporte, ¡leeecheeees!, debe joder un riñón que no saquen tu foto en Heraldo de Aragón. ¿Qué dirán tus vecinos al verte convertido en una silueta gris en vez de con corbata?

Sálvame. Un programa de televisión (Telecinco) en relieve.


El fenómeno de este verano televisivo se llama Sálvame, un ¿nuevo? formato televisivo de esa cadena italiana que emite en España con mezcla de éxito y osadía, pero también de amarillo tenue.
Es después de muchos años intentándolo, la muestra más clara de que la televisión en relieve existe, de que es posible conseguir que los formatos tengan volumen, y no sólo de sonido, para entrar en tu habitación e invadirte hasta los huesos.
Es imposible permanecer impasible ante las 3 horas de bárbaras acusaciones entre unos personajes, seguro que inventados por alguien, que se te cuelan en el salón a gritarse y a gritarte. El éxito radica en eso, en que te ofrecen día a día, un espectáculo único, imposible de adivinar si se van a pegar o sólo a insultar, con primerísimos planos que se mezclan con salidas a la calle en busca de los huidos o de entrada de cualquier espectador del programa (del que está allí sin poderse ir a mear, no como nosotros, que estamos pero al menos nos podemos levantar) opinando lo que nosotros desde casa gritamos.
Es el “Circo” en estado puro, con leones y gladiadores, payasos y malabaristas, montadores de jaulas o atriles, presentadores elegantes que gritan avisando de la nueva atracción imposible, atrevida, arriesgada.
Lo que ya no está tan bien es que ordeñen la vaca tanto, como para obligarnos a ver este programa 3 horas al día y el viernes en sesión doble, como el Teatro de Manolita Chen. No está bien, porque nos merecemos al menos, la posibilidad de salir a comprar la cena, de ducharnos al menos una vez a la semana.
Sí, queda el sábado y domingo, pero en algún momento debemos descansar.