8.8.09

Sálvame. Un programa de televisión (Telecinco) en relieve.


El fenómeno de este verano televisivo se llama Sálvame, un ¿nuevo? formato televisivo de esa cadena italiana que emite en España con mezcla de éxito y osadía, pero también de amarillo tenue.
Es después de muchos años intentándolo, la muestra más clara de que la televisión en relieve existe, de que es posible conseguir que los formatos tengan volumen, y no sólo de sonido, para entrar en tu habitación e invadirte hasta los huesos.
Es imposible permanecer impasible ante las 3 horas de bárbaras acusaciones entre unos personajes, seguro que inventados por alguien, que se te cuelan en el salón a gritarse y a gritarte. El éxito radica en eso, en que te ofrecen día a día, un espectáculo único, imposible de adivinar si se van a pegar o sólo a insultar, con primerísimos planos que se mezclan con salidas a la calle en busca de los huidos o de entrada de cualquier espectador del programa (del que está allí sin poderse ir a mear, no como nosotros, que estamos pero al menos nos podemos levantar) opinando lo que nosotros desde casa gritamos.
Es el “Circo” en estado puro, con leones y gladiadores, payasos y malabaristas, montadores de jaulas o atriles, presentadores elegantes que gritan avisando de la nueva atracción imposible, atrevida, arriesgada.
Lo que ya no está tan bien es que ordeñen la vaca tanto, como para obligarnos a ver este programa 3 horas al día y el viernes en sesión doble, como el Teatro de Manolita Chen. No está bien, porque nos merecemos al menos, la posibilidad de salir a comprar la cena, de ducharnos al menos una vez a la semana.
Sí, queda el sábado y domingo, pero en algún momento debemos descansar.