3.7.07

La III Guerra Mundial

Nos tenemos que acostumbrar a llamar por su nombre a las situaciones que se dan en la vida, aunque sean duras y no interese reconocerlas políticamente.
Estamos en guerra, aunque nadie lo dice.
El terrorismo es una forma de guerra abierta, y si no que se lo pregunten a los que defendieron España contra la invasión de los franceses o en tiempos más lejanos contra otro tipo de imposiciones.
Mientras no aceptemos esto, no sabremos defendernos bien. No podremos salir bien de esta situación mundial.
Hoy ser terrorista (para ellos sí que hay una guerra y se autodenominan soldados de liberación) es muy sencillo porque se parte de unas premisas fáciles.
Fabricar o comprar armamento o explosivos es de lo más sencillo.
Convertirse en soldado dentro de unas franquicias de terror y guerra es agradecido por su religión y su cielo.
No existe un mando supremo que dirija operaciones u ordene actos de guerra, todos son en teoría generales y soldados.
La estrategia es simple, crear terror a costa de cualquier enemigo que son todos los demás, incluidos los de su propia religión o civilización si no piensan exactamente como ellos.
Todos son enemigos, mientras no se demuestre lo contrario. No hay que conquistar ciudades, colinas o cuarteles, hay que golpear con orden y crear terror porque los propios medios de comunicación del enemigo ya hará el resto amplificando el sonido.
Lo malo de todo este sistema de guerra nueva, es que no hay un enemigo con quien negociar nada, a quien vencer, a quien ganar una batalla simple, porque son cientos las facciones y los grupos distintos y sin conexión que nos han declarado la guerra.
Y además es imposible diferenciar al amigo que piensa diferente del enemigo que se disfraza de occidental. Están entre nosotros, ellos lo saben, pero nosotros no.
¿Para qué sirve llamar a esta situación Guerra?, pues para saber que tenemos una excepcionalidad, para que todas las ideologías del primero mundo sepan que somos enemigos y que no se salva nadie, para que estemos atentos a defendernos pero también a defender nuestro modo de vida que es el mejor, y que en esta defensa va incluida la de los derechos ciudadanos y de libertad conquistados año tras año, porque a río revuelto ganancia de pescadores.
Aceptemos guerra como mal menor y cuanto antes mejor, para no ir perdiendo valores democráticos en aras de una defensa que no se está haciendo bien, y que nos condenará si no somos listos a la pérdida de las libertades y a no saber tomar decisiones con calma y con humanismo.
Para el enemigo, el todo vale, para nosotros no, para nosotros tiene que valer la defensa de nuestros valores porque son los que se tienen que imponer en todo el mundo. No solo no tenemos que perder la guerra sino que tampoco tenemos que perder la guerra interior.
Estoy profundamente a favor de la paz, se han cometido errores tremendos contra otras civilizaciones, el mayor permitir una vida en pobreza y sin libertades, y ahora nos toca a todos tener que sufrir esa mala política mundial que viene de una injusta y mala gestión de independencia de los países ocupados en los siglos pasados. Pero si queremos ahora dar la libertad y la paz a los ciudadanos de estos países, inevitablemente tenemos que preguntarlo cómo la quieren, y ponernos a trabajar por ellos. Tenemos que contar con sus líderes, animar a que sean ellos los que sepan que hay que levantarse y acabar con sus propias tiranías, pero el resto tenemos que ayudar a hacer posible su propia liberad curando el hambre y las necesidades primarias.