8.7.07

Las bodas

Las bodas de verdad, las de las personas normales que gustan de casarse en plan normal que son cientos todos los fines de semana en mi ciudad, son ejercicios de espiritualidad suprema. Solo así se pueden entender los derroches y las inversiones en la nada.
Se ha dicho cien, mil veces, pero aun así hay que recordarlo.
El cura te cobra 250 euros por 45 minutos. Las flores de la iglesia te salen por 600/900 euros a repartir entre bodas de la tarde y otros 200/400 las de los novios y padrinos.
En la que estuve, la primera boda de la tarde se llevó las flores bonitas con ramo de árbol incluido a repartir entre las señoras cincuentonas que eran muchas y para la segunda boda quedó un hueco en los floreros que más parecían de funeral que de alegría.
No entendí bien porqué en la iglesia estábamos unos 80 y en el restaurante más de 180 pero será que hacía calor.
Entre los dos fotógrafos profesionales que se hacen el día, los 4 aficionados de la familias que se entremezclan con el cura y los novios, más los padrinos y el susodicho trabajador, los 8 joteros, las pobres abuelas que cargan con los nietos (qué habría que hacer si no existieran las abuelas, pues inventarlas) y la media docena que por su traje iban de visita pero no de boda, quedábamos menos de 60.
Lo de tirar arroz mal, pero lo de tirar judías de riñón, macarrones o cañones de confetis pues como que cutre. No se, igual pétalos de rosa o billetes de 10 quedaría mejor.
Pero lo digno de análisis es la comida del restaurante. Nunca en un negocio por comprar más te cobran más. Si vas de menú o de carta te sale más barato que si van con 180 amigos a celebrar la boda. ¿?.
Los menús van desde 70 a 120 euros, pero sin IVA, sin barra libre, sin música, sin aperitivos. Un menú completo para 180 personas te puede salir por cerca de 22.000 euros. Eso si la botella de cava para 10 está algo caliente pero casi no lo notas porque es poco lo que te ponen.
Y digo yo, no se, ¿no estaría mejor que los novios se lo guardaran todo para la nueva vida que normalmente es dura de narices y decirles a los familiares y amigos que dado que es verano, en el campo se pueden comer unas tortillas y tan felices?
Igual hasta se habla más y todo, porque el negocio de las bodas está tan bien montado que tienen elegido hasta el minuto en el que hay que poner la música a tope para elegir entre emborracharte o irte a casa a descansar de los oídos.
¡Dios, qué raro soy!.