31.1.08

Susto o muerte

Hoy me han dado susto.
Y es de agradecer porque eso supone que lo puedo contar. Hoy para celebrarlo tenemos cena especial.
Uno lleva trabajando sin parar 38 años, y cuando le dan sustos estos son más fuertes de lo normal, porque las mochilas que uno porta pesan ya mucho y tienen agujeros por los que se escapa el llanto.
Tocó susto, y la médica de familia supo tratarme como solo los psicólogos saben, dejándome que gritara un poco. Mi Doctora Camino es lo que tiene, dedica demasiado tiempo a sus enfermos y los mal acostumbra.
Mi santa, que es el pañuelo de mi vida, también me deja gritar pero eso si, nunca es contra ella. A veces los sustos se curan gritando, porque si no el corazón se cabrea y lo que es un susto se convierte en muerte.
Hoy me han dado susto, pero en realidad lo que me han dado es una patado en los riñones, y cuando uno ya está algo herido, cuesta levantar el ánimo y la espalda del suelo. Pero bueno, uno también se convierte en fajador con los años.
Los que me han dado el susto, seguirán intentándolo, pero no importa, porque lo que más quiero en la vida, eso, nunca me lo van a quitar. Nunca podrán con mi libertad, si acaso con mi dinero pero cada veces menos porque me está entrando el gusto a gastarlo por si acaso. Nada, solo ha sido un sustito, pero a los boxeadores tocados, a veces un soplo los tumba.
Y no es tongo, lo aseguro.