29.4.11

Estoy a favor de la globalización que no quieren los que quieren la globalización

Cuando hablamos de globalización nos liamos un rato, entre los que estamos en contra estando a favor y los que están a favor deseando estar en contra. Es que la globalización es mucha globalización.
Los que la desean piensan en los beneficios, en los mercados, en las posibilidades de viajar con sus ideas y empresas en busca de mercados más baratos para producir y mercados más caros para vender. Pero no piensan en la globalización total. No creen en muchos casos en la globalización sanitaria, de justicia social, de derechos, de libertades, de democracia.
Quieren tener su empresa donde más beneficios fáciles obtengan, pero no quieren tener para sus hijos la sanidad ni la educación del lugar en donde pone los huevos de su empresa. Mal invento pues. Su globalización es una mierda.
Algunos quieren la globalización para repartir los esfuerzos, para comprarlos baratos más bien. Y la quieren para poder mover sus dineros según los impuestos que se manejen los gobiernos. Pero a su vez quieren tener la
sanidad, la justicia y la jubilación asegurada en aquellos otros lugares que elijan, pues según ellos, para eso es la globalización, para elegir. ¡¡Puñetericos!!
Con la globalización hemos conseguido que haya MacDonalds en todas las ciudades del mundo mundial, que haya tiendas Zara en todas las grandes avenidas asfaltadas del mundo o que podamos tomar pizzas en todos los idiomas posibles. Eso si, el agua potable es otro invento más raro de encontrar, poder tener un médico si te da un arrechucho en la calle es otro cantar, poder comprar un libro normal es de tipos raros que no saben estar en el mundo. Globalización si, para acceder a Internet mientras nos dejen, pero no al mismo precio en horas de trabajo mes. Mientras en España cuesta un mes de Internet al menos el 5% del salario mínimo, en otros países cuesta un 2% y en algunos el 100%.
Realmente la globalización es una manera elegante y tramposa de llamar con contenidos que sirven para un roto y para un descosido, a lo que siempre se han llamado mercados. Los romanos, hace 2000 años ya vendían vino o aceite en todos los países que ellos conocían. No hemos inventado nada. Ahora como a los mercados los hemos llenado con inventos de laboratorio financiero, los llamamos globalización para no llamarlos esclavismo, que queda mucho peor. Pero en realidad no aspiran a ningún tipo de globalización real. Ni hacia arriba deseando lo mejor de cada sistema para todos, ni hacia abajo permitiendo que los malos derechos nos invadan a los que los tenemos buenos.
No se dan cuenta con la deslocalización —que es otra enfermedad de la globalización mala—, que si la apuran sembrarán de miserias su propio imperio. Jugar a emplear mercados que no tengan derechos es jugar con el fuego que les quiten sus derechos a ellos mismos. Que luego no se quejen si pierden lo jugado en la noria de la globalización deslocalizada. Ellos se lo han buscado.