27.6.20

Miguel Ríos canta "El blues de la Tercera Edad"

Como dice Miguel Ríos en su nueva canción tras 12 años, la soledad de la tercera edad es un componente muy presente junto a todos los esfuerzos hechos por la generación que nacimos en la mitad del siglo XX por tener una España mejor.

El título de la canción es todo un acto reivindicativo, un grito de intenciones. “El blues de la Tercera Edad” como algo que ya nos ha llegado y que nos lo reconocen desde el resto de edades como algo casi negativo e incluso ya peyorativo. Vamos bien, aunque nos vayamos en silencio. ¿En silencio? NO.

Es verdad que en esta pandemia han caído excesivas personas mayores, y que vamos a salir aprendidas de que la propia sociedad como la dejemos nos olvida. 

Y que… o nos dedicamos a defendernos o nadie se quiere acordar ya de los viejicos, de la Tercera Edad o de las Personas Mayores, que al fin con distinto nombre somos lo mismo o vamos camino de serlo.

Soledad sí, pero callados no. 

Tendremos que soportar las zancadillas, sí, otra vez. Pero no creo que sea buena cosa callarnos. En los últimos años nos han ido utilizando como criados baratos, como sostenedores de familias en aprietos aunque ya tuviéramos más de 60 años, y de trabajadores de los que se quería prescindir pues no sabíamos inglés suficiente y salíamos más caros que los nuevos esclavos jóvenes. 

Lo admitimos, pero no queremos callarnos.

26.6.20

Aragón estaba mirando para otro lado sin sonrojarse


No me gustan nada los motivos que vemos en ciertos rebrotes del Covid19 por el Aragón de la fruta. No tenemos derecho, ninguno, a dar esas imágenes tan nefastas en Aragón, tirando a los inmigrantes que vienen a trabajar por nuestros campos, en ciudades que no les tienen preparado sustento, habitación, hogar temporal. Las imágenes de algunas calles con trabajadores durmiendo en rincones pues ni los vecinos les querían alquilar habitaciones como otros años, es deplorable para nuestro Aragón.

Si son temporeros en el trabajo, tienen que ser temporeros en lo habitacional y no tenerlos tirados por las calles entre cartones. Si contratamos a personas tenemos que tratarlos como a personas.

Las imágenes y las soluciones urgentes que hemos tenido que dar a estas personas son deplorables. Indican que de no haber saltado los brotes de la pandemia entre ellos seguirían tirados por los rincones. 

Es Aragón y no me gusta que seamos así. Si no somos capaces de darles una dignidad, no tenemos que propiciar su contratación laboral a ratos, a tiempos. No hay más respuesta. La solución tiene que venir de quien los contrata junto a las normas laborales y leyes básicas que tampoco parecen conocer los sindicatos. Solo había silencio. ¿Eso no es indignidad racista y sobre todo clasista?


O somos capaces de regular los mercados de otra forma, donde se incluyan los trabajos indignos de todo tipo, y simplemente no sé para qué sirve la izquierda. Se nos llenas las bocas con algunos asuntos pero no queremos ver muchos otros. ¿No nos entra en el pensamiento el propio cuestionamiento a nuestro trabajo?

Julio Puente (Ajovín)