9.8.13

Pesadillas y terrores nocturnos en los niños: ¿cómo evitarlos?


Las pesadillas y los terrores nocturnos son trastornos del sueño muy comunes entre los niños. Te explicamos cómo puedes ayudar a tu hijo a superar sus miedos.

En primer lugar, hay que tranquilizar al pequeño cuando se despierta preso de pesadillas o de terrores nocturnos. Aunque no esté consciente, háblale suavemente para tranquilizarle.

Si, por el contrario, está despierto, debes sentarte a su lado, en su cama, y demostrarle que no hay ninguna razón para tener miedo. 

Ayúdale a que durante el día hable de los malos sueños sufridos por la noche. Tranquilízale diciendo que muchos niños de su edad sueñan las mismas cosas.

Si la pesadilla se repite varias veces, sería bueno que imaginarais juntos un final feliz: por ejemplo, hazle pensar en un personaje fuerte y bueno, o en un arma mágica capaz de ayudarle a dominar la situación negativa. 

No dejes que tu hijo vea espectáculos y películas que den miedo. A muchos niños, las escenas violentas o de terror les producen angustias nocturnas o pesadillas, que pueden durar meses o incluso años. 

Cuando llegue la hora de acostar al pequeño, juega con él a algo tranquilo o cuéntale uno de sus cuentos preferidos. De esta manera, podrá conciliar el sueño más fácilmente.

También puedes ponerle una música suave o dejar en su habitación una lamparita de noche encendida. 



Debes consultar al pediatra si: 


 Durante la crisis, el niño sufre contracciones, rigidez o sobresaltos. 

 La crisis de terror dura más de 30 minutos. 


 Las pesadillas y terrores nocturnos no disminuyen, o incluso empeoran, después de haber aplicado los consejos expuestos anteriormente. 


 El niño siente angustia por diversos motivos, cosa que interfiere en sus actividades cotidianas.


Laura Puente Ajovín

8.8.13

La CEOE amplía los deseos del FMI y de la CEE para el mercado laboral de España


Tras las recomendaciones del FMI vinieron las de la CEE, para que pudieran entrar sin mucho dolor las de hoy de la CEOE, es decir las de los empresarios españoles. No pienso enumerarlas (no sé si podré aguantarme); como bueno lectores buscarlas si tenéis morbo y ganicas de aguantar la lectura. Son duras.
De esta crisis saldremos muy mal, pues insistimos (como voceros de un país sin Norte) en plantear soluciones que nos llevan a un desastre social y parecemos no darnos cuenta de ello. No se trata de buscar soluciones a los problemas (que sí y con urgencia), es que también hay que ir descartando algunas soluciones milagreras, pues nos llevan a otro problema tan grave o más que la actual crisis.
El esclavismo se acabó, en un mundo globalizado ya no es posible navegar con leyes distintas según fronteras inexistentes, no es posible sobrevivir en países en donde las realidades económicas o laborales sean muy distintas que las de sus vecinos de 100 km de distancia o de dos horas de tren. El empresario que piense que por permitir hacerle un 30% de horas extraordinarias se va a salvar España que lo diga sin reírse y creyéndoselo. Quien crea que la solución pasa por que algunos trabajadores, ya quedan pocos, puedan perder su contrato de tiempo completo para convertirlo en un contrato parcial, que se recicle en una Universidad.
¿Quién se sorprende que hoy los catalanes y mañana vete a saber tú qué otro territorio de España desee dejar de ser español? Si lo que ofrecemos es la miseria y el ejemplo de mercados laborales sin derechos, todos desearemos escapar de España.
España no se merece estos milagros (y milagreros esclavistas) como soluciones de urgencia. Pues al final se convertirán en armas arrojadizas. El próximo gobierno tiene tajo. El de dentro de dos años.
Si es de derechas económicas para seguir dando cera a sus amigos empresarios sin formación.
Si es de extrema derecha para tomar medidas nuevas que asustarán a todos.
Si es de izquierdas de verdad para edificar una solución diferente y derogar decenas de leyes caducas y de otro siglo.
No, efectivamente, no creo que sea posible que gobierne un grupo de izquierdas de mentira. Está descabezado y sin ideas. Vamos, en estado de coma. Bueno, me equivoco; de punto y coma o de punto y final.