12.8.13

Para ganarse la supervivencia, todo vale si es legal


Dijimos ayer que el trabajo escasea, que incluso el trabajo ya no tiene el mismo valor que hace un lustro, que ya no hay trabajo para todos. Bien; ¿y?

Pues simplemente que cualquier labor que nos reporte dineros para sobrevivir es buena si es legal. Es buena e inevitable. Tenemos que vivir, sobrevivir en algunos casos. Si hay que aparecer desnudo en una revista y te pagan por ello, miel sobre hojuelas. Si hay que insultar y te pagan, logras vivir unos días. Si pidiendo en  una esquina sacas para el pan de tus hijos, eras un artista. Si te inventas un producto sin valor pero que es posible venderlo eras otro artista mejor todavía. Si recogiendo por la calle hojas secas las puedes vender empaquetadas y te las compran, eres un listo. Si por cuidar enfermos por las noches pero cobrando, logras pagar las deudas eres un emprendedor. Si por gestionar lo sencillo para los que no saben hacerlo eres otro emprendedor más formado. Si…, vale, pon tú mismo la actividad que quieras, casi todas valen.

No hay forma amoral de ganar los dineros. Si acaso ilegal. Todas las demás, cuando falta el trabajo son imprescindibles para ganarse la vida. Ahora es posible que todavía no lo entendamos bien, que nos molesten todavía algunas prácticas, pero no hay que preocuparse, es cuestión de tiempo. Algunos lo están provocando. Que se preparen a vivir en una sociedad mucho más dura.

¿Tú tienes trabajo? pues recuerda que lo puedes perder en cualquier momento, que no depende de ti conservarlo, no te aplaudirán tus buenas gestiones si un día deciden ganar los beneficios en otro país o con otros colaboradores, que debes saber defenderte ahora que puedes.

¿En qué se diferencia lo importante de lo urgente?


Hay que aprender a distinguir entre lo importante y lo urgente cuando el tiempo es escaso y las gestiones a resolver se nos multiplican.

Un asunto es importante cuando afecta a los objetivos prioritarios establecidos en la empresa, cuando se refiere a las áreas estratégicas de la misma y tiene una clara repercusión y de forma considerable en los costos o en los ingresos de la empresa. Los clientes son siempre importantes, pero las gestiones con ellos pueden ser también urgentes.

Por el contrario, un asunto es urgente cuando se considera que no puede esperar su solución a un tiempo considerado normal, que hay que resolverlo de forma inmediata. Pero la urgencia real la debemos marcar nosotros, no el cliente que más chille o que más listo sea.

Entre las gestiones urgentes también hay que dividirlas entre importantes y no tan importantes. Si no somos capaces de diferenciar claramente qué es importante y qué urgente, nuestras equivocaciones costarán mucho dinero a la empresa. El gran error es llegar acostumbrar al cliente que solo se podrán resolver sus asuntos si él mismo los considera urgentes nada más plantearlos. Si todos los clientes consideran sus asuntos como “urgentes” algo estamos haciendo mal en nuestra forma de gestionar la normalidad.

• Muchas veces lo importante está relacionado con las oportunidades y lo urgente con los problemas. Hay que construir oportunidades y resolver problemas auténticos.

• Recordemos siempre que con el 20% de nuestro esfuerzo dedicado a los asuntos importantes, producimos el 80% de nuestros resultados. Que las urgencias son los problemas compartidos que si no sabemos encauzar se quedarán como un problema solo para nosotros.