21.4.11

Tengo a un asesino parado entre párrafos sin escribir y está algo cabreado

Tengo a un asesino de monjas más de una semana pendiente de matar, o al menos de aclarar por qué mata, y eso no está bien, pues se me puede cabrear tanto el asesino como los vecinos de las monjas o lo que podría ser peor, olvidarme de sus objetivos, que deberían ser beneficiosos para mi pobre novela.
Lo malo de parar una novela a media escribir es que a veces se te va olvidando la trama y hay que volver a releer lo escrito para no cometer muchos errores. Los personajes van cobrando vida y no les sienta nada bien quedar unas semanas en el congelador esperando a que te venga bien seguir dándoles vida. Así que me he propuesto seguir con mi novela de San Nicolás y los muertos, que además de robar cometían algo peor, pues no tenían ni puñetera idea de lo que estaban haciendo.
A veces asesinar o robar no es lo peor de una historia real, muchas veces lo que se esconde dentro de las intenciones es peor que los hechos tontos que se nos enseñan en las primeras lecturas. Incluso a veces matar sirve para esconder otras intenciones.
Tudi, que es el personaje principal que busca culpables con la intención de ganar unos dineros descubriendo tesoros, es en realidad un hombre que disfruta desenredando madejas viejas. Y como goza del mal ajeno y de sus entrañas, pues de él vive, no debemos dejarlo en el olvido y por ello continuar su caminar entro párrafos nuevos.
Sin el escritor, los personajes no son nada. Sin los personajes, el escritor tampoco es nada.