24.4.11

Tras Túnez y Egipto vino Libia. Ahora nos llega Siria. Es que a los europeos no dejan de molestarnos, oiga.

Según se ha conocido hoy, publicado en unos informes secretos de los servicios policiales de Siria que han hecho públicos algunos militares hartos de tanta sangre y violencia, las órdenes que se dan a la policía es de que hay que matar a manifestantes para ahuyentas ideas de libertad, pero nunca en un número mayor a 20 en cada día y entre semana asesinar a algunos militares propios de los que no tengan muy claro que hay que apoyar a Bashar Asad por encima de todo, para crear más confusión y lograr que se dude sobre quien está realmente detrás de todas estas manifestaciones populares. 
Todo menos hacer como en Túnez o Egipto, dimitir y dejar que el pueblo recobre la libertad y el cambio democrático, que luego te llevan a los tribunales y es cansado y doloroso que te juzguen y condenen.
Los servicios secretos de Siria lo tienen todo muy estudiado, posiblemente más que los jóvenes de Twitter que no se han parado a pensar cuantos tweets hay que escribir al día para que te hagan caso y te tomen en serio. Es lo que tienen haber estudiado para espía, que al final saben de matar casi tanto como los que salen por las películas disfrazados de malos. Y luego se quejarán cuando se les detenga y se les juzgue.
Este fin de semana se han pasado en Siria matando a más de 100 ciudadanos manifestantes a voleo y me tengo que imaginar al jefe de los espías sirios lanzando unas broncas de órdago, pues han matado a más de los 20 al día estipulados como óptimos y eso está mal. Tan en serio se lo han tomado los policías sirios que desde ayer ya están otra vez en la cifra lógica y aprobada por los libros de texto de “Como ser espía y no morir en el intento”. Nunca más de 20 al día.
Vamos camino de convertir Siria en otra Libia, pero no veo músculo en Occidente para soportar tantos casos parecidos y con tan mala solución en el corto plazo. Nos hemos vuelto de lo más comodones. No admitimos que nos vengan a molestar en casa, y menos en la semana de tantos partidos de fútbol, mecachis.