Si no hay seguridad en lo que voy a comprar, ¿debo comprar algo caro? ¿O simplemente debo conformarme con lo más barato pues estoy al albur del gobierno de un país o de otro?
¿Es seguro Telegram, me fío de seguir escribiendo en Google mis blog? ¿Debo exigir que los procesadores de mi teléfono móvil sean de un país o de otro? ¿Quien me asegura que no me están espiando constantemente con estos procesadores? Ya, ya. Lo sé. La respuesta siempre es SÍ, estoy, estamos en sus manos. Pero al menos tenemos que saberlo y valorar nuestras decisiones.
¿Me debo fiar de una sola marca tecnológica o debo emplear diversas marcas, no ser fiel a ninguna, y utilizar varias para diversificar mis riesgos en tecnología? ¿Hasta dónde la tecnología actual es un arma de destrucción masiva de nuestra intimidad, pero sobre todo de nuestras propias capacidades económicas como país o como sociedad?
¿Qué sucedería si en un momento dado dejaran de funcionar en un país, por una guerra tecnológica, sus ordenadores personales y teléfonos móviles o incluso sus aparatos de televisión o los ordenadores de sus coches? ¿Y los ordenadores o los procesadores de los hospitales o de los procesos de control del agua potable?