1.12.13

Duerme junto a la Navidad de cinco plantas

Junto a una de las entradas del gran Centro Comercial de cinco plantas dedicadas a la Navidad hay tirado en el suelo un hombre de no más de cuarentaytantos, sobre dos cartones y tapado por unas mantas color ocre. Parece dormir o incluso soñar con otros tiempos, con menos frío y más compañía.

Son las 9 de la noche y aunque domingo, decenas de personas entran y salen del gran Centro Comercial con bolsas abultadas en plena crisis existencial como sociedad. Casi nadie mira al suelo, si acaso para no tropezar y caer. El hombre sobre los cartones está colocado para no molestar. No quiere molestar, si está allí es por el calor que desprende una salida de aire. No quiere más que dormir y tal vez algo de calor. 

Con la luz se pondrá sentado.

Antes de la Navidad vivía mejor: menos luces, menos gente, menos frío, menos recuerdos. 

No pide, no tiene ni ganas de limosnas, solo de dormir. 

Hoy, como es domingo, a partir de las 9 ya empiezan a desaparecer poco a poco las gentes que molestan hasta dejarlo solo. La noche es eterna y vacía, si acaso alguna visita para molestarlo y muy de cuando en cuando alguien con una ayuda.

Nadie le conoce y cuando un día no vuelva a dormir, tampoco nadie se preguntará por él. Es un simple añadido temporal que molesta muy poco. Es un ser humano como todos nosotros, aunque no lo queramos mirar.

Un desempleado en la calle se tapaba las orejas. Y no era por frío

Hoy me he encontrado de bruces con un hombre que pedía trabajo rodeado de cartelería en donde mostraba su trabajo anterior. Era un diseñador gráfico de casi 40 edades que tuvo que conocer una época de pleno empleo en su oficio.

Estaba triste. Bien vestido y con las orejas tapadas por el frío. O por que no deseaba escuchar los comentarios de quienes se acercaban a ver sus carteles. Era un hombre oscuro. Casi muerto.