18.3.14

Vuelve Tejero esta vez con paellas en los cuarteles

Vuelve Tejero en forma de hijo y para quien crea que es una patochada, en forma también de Teniente Coronel de la Guardia Civil. Insisto, para los pocos que no lo tengan claro, en los ejércitos no mandan los generales aunque nos lo parezca, mandan los Coroneles y los Tenientes Coroneles que son los que tienen acceso directo a las armas y a la tropa o soldados.

Podemos pensar que es una tontada más de esta España que se nos escapa, que es un juego de payasos. Lo cierto es que se aparenta que nadie se había enterado de nada hasta que lo ha publicado El Pais. Ni los espías ni el Ministro ni el Director General, civil por supuesto pero no Guardia. Somos un país de pandereta que además de permitir paellas entre golpistas condenados dentro de cuarteles organizados por Tenientes Coroneles, no ofrecemos ese respeto necesario para que se lo piensen dos veces antes de reírse por ser golpistas ni nos enteramos de nada o lo que es peor, hacemos como que no nos enteramos y callamos hasta que los perroflautas lo sacan a la luz. Jugamos con fuego real todos los días, y al final nos explotará en los morros.

17.3.14

Se ha muerto la Carmelona, que vete a saber tú quien era

Se ha muerto la Carmelona -nos van contando los del asiento delantero del tren a todos los silenciosos viajeros- y ha dejado más de 200 pisos, tantos, que les han llegado hasta los primos cuartos, que debe ser un grado familiar como de muy poca visita. A su no sé quien: veinte pisos; a un primo segundo diez pisos con los locales; a una prima hermana una cuadra pero como para 200 vacas más cuatro naves vacías. Que uno escuchando no sabe si las naves vacías valen más o menos que si estuvieran llenas de algo.

-¿Y a su hermano el médico?- le pregunta la compañera de asiento
-A ese nada que discutieron de mozos- le dice con rotundidad

Pero si tenían tierras hasta en las Cubas -le dice el hombre dando valor superlativo a la riqueza de la fallecida y que debe ser un territorio muy alejado del pueblo. Y le añade que a su hermano médico ni le escribía ni nada, que se casó con una mujer de ciudad y aquello la Carmelona no lo superó nunca. 
El caso es que por lo que entiendo, la Carmelona se murió muy sola y me queda la duda de cómo gestionaría aquellos más de 200 pisos y si todos los tenía en la capital o entre los pueblos, pues enseguida cambian a hablar de cataratas.

-Yo no tengo cataratas, tengo mácula -le cambia de tercio el hombre, dejándome con un mar de dudas sobre la Carmelona y sus pisos.