27.3.12

Para qué sirve una huelga general en el Siglo XXI?

¿Sirve de algo una huelga general planteada en el siglo XXI como si estuviéramos a principios del siglo XX?, pues no, con sinceridad y lo saben los sindicatos, los empresarios, los gobiernos y los trabajadores.
¿Debemos soportar las reformas brutales sin podernos quejar?, NO, pero deberíamos haber encontrado otras fórmulas más eficaces para plantear las quejas, y no una huelga general con servicios mínimos amplios y con una duración de 24 horas. Sirve si acaso para desahogar las duras penas de los trabajadores más concienciados.

La sociedad y la mayoría de los trabajadores de hoy no están por la labor de plantar cara a una reforma que entienden incluso necesaria; curiosamente no han acudido a las charlas explicativas que se han realizado para conocer cómo les afectan brutalmente las modificaciones del Estatuto del Trabajador. O no les interesa o no se fían de quien les va a trasmitir información o lo ven inevitable y ya están rendidos. No se han dado cuenta de hasta donde les afectan los brutales recortes de sus derechos.

Pero las reformas son de tal calado, las que ya tenemos y las que van a venir, que inevitablemente vamos camino de un estallido social. No es posible predecir en qué momento la sociedad no será capaz de soportar el haber perdido sus situaciones de un bienestar ya conocido, y se preguntará o planteará que no ha luchado lo suficiente por mantener su nivel de vida. Cuando esto suceda, inevitablemente y como siempre, la violencia será la salida natural a sus preguntas.

En realidad da igual lo que se pueda plantear hoy, de cara a realizar la huelga o no realizarla. Es igual pues no servirá de nada la huelga aunque triunfara, al ser imposible negociar la reforma laboral. Al ser imposible también salir del hundimiento económico y sobre todo social. Al ser imposible desde España plantar cara a Europa.

Los europeos ya no creen en aquella Europa que nos habían dibujado y con la que incluso soñábamos, ni en la democracia incluso tal y como la conocíamos, en los políticos a los que muchos consideran poco menos que apestados, incluso ni en las soluciones públicas. El descontento, de momento callado, es inmenso. Parece imposible revertir esta sensación de apatía social. Y lo que es peor, parece imposible que no lo detecten los políticos, para ponerle remedio por encima de todo. 

Una sociedad no puede funcionar bien con un 45% de paro juvenil, con un 25% de paro general. Y lo es más todavía, hasta hacerse muy peligroso, cuando estos datos duran más de dos años. Peligroso para una generación entera que verá su vida marcada. ¿Será posible meter a una generación de jóvenes sin entrar a trabajar hasta los 30 años, a unos horarios productivos diarios de 8 horas? ¿llegarán a creer en algún momento en la empresa donde trabajen, lo suficiente como para ser rentable y competitivo su trabajo?