23.5.21

Pandemia (32) ¿Cómo serán las ciudades del futuro?


Un aspecto en el que estamos en constante transformación es el del cambio y traslado de las sociedades entre la vida rural y la vida urbana, del que ya hemos hablado algo en unos párrafos anteriores. No veremos en el corto plazo futurista ciudades subterráneas ni ciudades burbuja, ni tampoco ciudades encerradas en sus murallas físicas. Hoy las murallas —que son muchas— lo son también de muy variado pelaje y casi no se notan de cerca. De lejos, desde el aire se ven perfectamente, y desde los datos económicos de las personas que habitan dentro o fuera de esas murallas teóricas, más todavía.

Las grandes ciudades ya estaban en transformación unos años antes del tan fatídico 2019 de la Pandemia o del COVID, crecían desmesuradamente, se alimentaban de la llegada sin control de nuevas personas que venían desde localidades mucho más pequeñas, formaban tumores sociales añadidos a sus periferias que además ya empezaban a adueñarse de los Centros Históricos viejos. 

La ciudad grande dejaba de ser un espacio habitable, para convertirse en varias ciudades unidas o apegadas pero con claros distanciamientos entre ellas. Los barrios ya no eran los espacios que absorbían el crecimiento, sino que ellos mismos se convertían en pequeñas ciudades y se sabían diferenciar en calidad unos de otros para orillar las opciones de pobreza o marginalidad hacia otras zonas.

La ciudad pues había entendido su problema de futuro, y había obrado en consecuencia defendiéndose mientras podía. No existe un modelo de ciudad como no existe un modelo de problemas que afectan a una ciudad, sobre todo si es grande. 

El tamaño sí importa y sobre todo sus posibilidades geográficos tanto de crecimiento como de calidad animal para la supervivencia. Nadie quiere ir a una ciudad muy fría o muy caliente, todos preferirían ir a una ciudad con mar, pero las propias ciudades de calidad saben defenderse de los problemas que ya conocen y que saben pueden invadir sus posibilidades de futuro. 

Es mucho más sencillo sobrevivir en una ciudad turística o de gran actividad industrial, que en una ciudad grande que ya esté llena de problemas sociales.

No es lo mismo elegir Buenos Aires que Tokio. No es igual de fácil encontrar una ciudad válida en África que en Australia. 

Los ejemplos mejor puntuados van desde una Viena que lidera el primer puesto, seguida de Melbourne, Osaka, Calgary, Sidney, Vancouver, Tokio, Toronto, Copenhague, Adelaida, Zurich, Francfort, Génova, Helsinki, Ámsterdam, Hamburgo, Montreal, París, Berlín, Brisbane, Honolulu, Luxemburgo, Munich, Wellington, Oslo, Dusseldorf, Bruselas o Barcelona. Otras listas incluyen a Londres, New York, Moscú, Dubai, Singapur, Los Ángeles y Madrid.

Si observamos esta lista de casi 40 ciudad muy conocidas veremos que hay algo en común en ellas. Son ciudad que deseamos conocer, ciudades turísticas, con mucha vida social y cultural, y son una gran calidad en sus servicios públicos, cuidando la calidad de vida y la seguridad. 

Hay estabilidad en todas ella, hay unos buenos servicios sanitarios y educacionales, y tienen una gran red de infraestructuras de primer nivel. 

Sabemos qué es lo que consideramos imprescindible para que una ciudad se considerada de calidad. 

¿Hay problemas en esas ciudades? Sin duda, y en algunas incluso bastantes, pero son defectos contenidos, con capacidad para que no crezcan, para resolverlos, para evitar su descontrol.

Ante la huída de cada vez más personas desde localidades sin servicios y pequeñas hacia ciudades grandes donde les parece más sencillo el labrarse un futuro, surgen los auténtico guetos que son trampas sociales para las personas que los habitan y para el resto de los ciudadanos cercanos.

Las necesidades de los asentamientos pobres les lleva a ocupar los espacios públicos como esta zona de los bajos de una autopista elevada, que se ha llenado de casas, edificios construidos en los espacios vacíos. Y a su vez se puede observar como se ha ido creando un tejido social y de servicios que demuestra la capacidad de asumir, aceptar cualquier situación que los humanos tenemos y necesitamos… cuando todo va mal.

Hay tiendas, hay incluso aire acondicionado, mientras que por encima y a uno de sus lados circula y vive la sociedad más acomodada. Muy poca distancia de estas zonas se alzan los grandes edificios modernos de la ciudad “normal” y de la que se alimentan los vecinos de estos barrios pobres. 

Abandonar los pueblos para irse a grandes ciudades en estas condiciones son claras decisiones personales pero también de los poderes públicos que deberíamos mirar desde otras ópticas.

Si el futuro es consentir este tipo de asentamientos urbanos, nos estaremos equivocando. 

Desde estas zonas solo salen personas de Clase muy Baja, criados o literalmente esclavos modernos del resto de habitantes. Familias con pocas opciones de salir de sus problemas económicos y sociales.

Se podría decir que en todas las sociedades se necesitan criados cuando no directamente esclavos libres, pero admitir eso es tanto como entender que no tenemos solución o que no hemos entendido para nada las filosofías de profetas tan antiguos como Jesucristo u otros muchos más cercanos en el tiempo. 

Si estamos dispuestos a admitir que estas situaciones son inevitables, podemos admitir sin duda que también pueden ser provocadas para mantener la pobreza bien acotada, almacenada incluso, para ir sacando poco a poco a los esclavos 4.0

Las ciudades del futuro tendrían que ser amables, disponer de unos espacios urbanos de barrio cercano que sean considerados como propios por sus habitantes, deberían tener unos servicios públicos básicos de una calidad similar entre las distintas zonas de la ciudad, una cultura y formación junto a una seguridad activa y una seguridad pasiva que les ofrece su modelo de ciudad, participación de sus habitantes y un sistema de infraestructuras más que suficiente para su vida en crecimiento.

Todo lo que no sea humanizar las ciudades es equivocarse hacia el futuro. 

Todo lo que no sea dotarlas de calidad de vida, incluso de calidad exterior y visual, es no querer entender que la calidad de las ciudades depende muchas veces de su aspecto y de su belleza, de su limpieza y cuidado, pues la Teoría de los Cristales (ventanas) Rotos funciona sin duda en el ámbito urbano.

Las ciudades son los espacios de la vida, y en ellas se refleja la calidad de esa vida en común. 

Cuando una ciudad falla tiende a crear Comunidades Cerradas dentro de ella para seguir fallando. Los que pueden permitirse ese lujo, se encierran sobre sí mismos. Pero a su vez eso lleva a que otros espacios urbanos muy distintos también se encierren sobre ellos mismos e incluso los rodeen.

La ciudad entonces se comporta como un espacio lleno de nidos de distintos animales donde unos luchan por tener lo que otros no tienen, sea dinero, trabajo o seguridad y servicios. Y en esa lucha casi todo sirve para obtener lo que no se tiene.

Podemos asistir a un crecimiento de estas opciones de ciudades troceadas sobre sí misma en distintos tipos de calidades de vida. Pero eso sería además del caos, un camino que lleva a la violencia inevitable, mas pronto que tarde, pues es imposible la coexistencia en la misma ciudad de ambos modelos sin que poco a poco uno se vaya apoderando del otro. Tenemos ejemplos en muchos países de Iberoamérica, África o algunos países de Asia.

Se puede vivir sin agua corriente, sin desagües, sin trabajo, sin estructuras sociales, sin urbanismo, sin soluciones válidas de viviendas dignas. Igual que se puede vivir en una constante inseguridad o en palacios encerrados en cuatro paredes desde los que salir a la calle es un odisea.

El modelo mediterráneo de barrios con servicios y comercios de proximidad, de zonas verdes comunes y espacios de ocio sería el válido con los ajustes que se requiere según se avanza en modas y tecnologías. Recurrir a soluciones casuales y causales al libre arbitrio de las necesidades de cada momento, sin planificar ni diseñar simplemente llevados por el crecimiento desmedido, es un riesgo tremendo para el futuro de las ciudades y de sus sociedades. 

¿Y cuáles serán esos cambios del modelo de ciudad del futuro?

Se construirán campos de juegos y de ocio que serán portátiles y que darán servicio múltiple para ordenar espacios, para ofrecer ocio y para crear super manzanas de forma barata y no permanente.

Se modificarán los sistemas de tráfico urbano, tanto privado como público, para hacerlos más sostenibles en precio, en contaminación y en facilidad de uso público.

Sufrirán una gran crisis algunos modelos de comercio de proximidad, los de barrio que no puedan adaptarse a calidades diferentes, a ser vicios complementarios al consumo habitual, a multiplicar sus formas de atención a sus clientes potenciales.

La competencia con los comercios online será brutal pues estos ofrecen además de buen precio (por ahora) un servicio que es rápido, seguro y muy extenso en posibilidades desde el anonimato del hogar.

Las distancias dejarán de tener importancia en las ciudades por el efecto de servicios online, de mejores sistemas de transporte y de más calidad de servicios y de zonas verdes y de ocio rodeando cada uno de los barrios o espacios de micro ciudades.

Se crearán servicios de ambientes, de experiencias nuevas al alcance de todos sin tener que salir de tu propia ciudad. El deseo de controlar las movilidades de personas para evitar globalizaciones de personas moviéndose —aunque dejemos que se muevan sin tanto control “los productos”— llevará a crear empresas de servicios que podrán ofrecer productos que simulen realidades paralelas. 

¿Quieres playa o montaña? ¿Quieres paracaidismo o navegar en un velero con viento fuerte? ¿Quieres el frío de la nieve en agosto, el olor de un bosque de pinos, la visita a un Museo de New York? El campo de trabajo en los ambientes y experiencias simuladas es enorme.

De alguna manera se intentará que las ciudades sean también pequeños Parques con su atractivo personal para atraer habitantes, turistas, vida de ocio, vida cultural y formativa, pues las ciudades se medirán por su calidad de vida, por el tamaño de ciudad asentada y segura y por sus infraestructuras que les permitan ser ágiles. 

Debemos tener en cuenta que el nuevo urbanismo va a necesitar más aire, algo más de espacio verde que parezca salvaje y más espacio alrededor de cada persona.

Julio M. Puente Mateo