18.11.10

¿Permitiríamos ciertos gastos públicos de complicada justificación si vinieran a fin de mes a reclamarnos la parte proporcional?

Que Zapatero se ponga ahora pesimista es de cuidar, en serio. No vio llegar la crisis ni en el 2007 ni en el 2008. Los brotes verdes fueron avisados antes de que fueran semillas. Pero ahora nos dicen en el Congreso que las cifras del desempleo pueden volver a subir. Ya no se trata de decir que en 2011 se mantendrán y en el 2012 empezarán a bajar. Ahora nos avisa de que incluso…
…pueden ser mayores en este 2011 que está a las puertas. ¡puñetas, qué mal está la cosa! Y esto lo dice en meses preelectorales. Mal estamos.
Cada día hay menos dudas de que el mundo occidental tal y como lo conocíamos en el anterior siglo está cambiando, que las economías de laboratorio no han funcionado, que el sistema capitalista está agotado y lo que es peor sin recambio conocido. Que la globalización a la que se oponían los jóvenes antisistema en realidad será la enfermedad contagiosa que acabará con el capitalismo. Casi es mejor no oponerse a ella.
Pero la verdad seria es que la situación es complicada y que nadie sabe qué hacer. Reducir el déficit supone menos consumo, luego menos impuestos, luego más déficit. Subir los impuestos supone menos consumo, pero tal vez menos consumo superfluo, del que podemos suprimir sin gran dolor.
Lo cierto es que todos vivimos al día y esta forma de vivir se ha acabado. Tendremos —por muchas depresiones y ansiedades que tengamos—, que vivir pensando en el futuro global de una vida, ahorrando y moviendo nuestros ahorros para que no se mueran. Tendremos que vivir con arreglo a una contabilidad familiar modificada. Incluso los que menos tienen y eso será lo más complejo.
Vivimos por encima de las posibilidades que nos marcan los libros de contabilidad más sencillos. Nos hemos endeudado sin control, gastamos en más productos exteriores que interiores. Usamos e incluso abusamos de lo gratuito sin saber que nada es gratis, y aquí pongo educación mal aprovechada, sanidad saturada y mal organizada, servicios comunes mal usados, elementos públicos que nos pensamos nunca que son también de nosotros incuso para mantenerlos.
Pedimos un semáforo por poner un ejemplo tonto. ¿Lo pediríamos si supiéramos que lo tenemos que pagar a escote?, ¿permitiríamos ciertos gastos de complicada justificación si de verdad vinieran a fin de mes a reclamarnos la parte proporcional? Tal vez hemos llegado al punto de replantearnos muchas cosas, muchas formas de ser, muchas maneras de comportamiento egoísta incluso. Los que mandan pueden ser tontos, egoístas, equivocados, jetas. Pero no tienen milagros para resolver los problemas que nos provocan otras economías que también pueden estar gobernadas por jetas, listos, tramposos y egoístas.