12.8.14

¿Cómo será la formación y educación necesaria en las próximas décadas?

El trabajo que hay que realizar en formación, en educación, adaptada a la realidad del siglo XXI, es brutal y urgente. Sobre todo si le sumamos los caminos perdidos en las últimas dos décadas por errores graves en la calidad formativa.

Tan es así que hay una tendencia que va cobrando cuerpo con fuerza que nos dice que deberemos desaprender parte de lo aprendido, para no basarnos tanto en materias memorizadas como en saber emplear la intuición, las decisiones propias según el momento y la ocasión, la iniciativa y el trabajar en equipo. 

Y saber buscar en cada momento los lugares de los que tenemos que beber y aprender nuevos conocimientos. Saber desde donde hay que leer, ver, tocar, escuchar, observar lo que poco a poco va viniendo como novedades y que casi siempre es lo mismo pero readaptado.

Todos estudiamos para ser más eficaces en nuestra vida, para nosotros y para la sociedad. Es decir, para trabajar. 

El trabajo es el que nos hará felices si tenemos la suerte de poder elegir lo que nos gusta, y además, de proporcionarnos lo necesario para vivir, y servirá para ayudar a la sociedad sobre la que vivimos. 

Pero ahora ya intuimos posible que no haya trabajo para todos, o el menos no para 40 horas semanales. Y sabemos también que gran parte de lo aprendido ya no sirve, sobre todo si no hemos sido capaces de seguir aprendiendo constantemente. La actualización de contenidos debe ser tenaz a lo largo de nuestra vida real, no solo de nuestra vida laboral.

Las nuevas personas laborales con responsabilidad en puestos de calidad media o alta, deben ser multidisciplinarias, capaces de tomar iniciativas y decisiones sobre muchos temas bien distintos, y sobre todo capaces de saber encontrar las soluciones. 

En el mundo digital casi todo está ya publicado. Quedan fuera los trabajos de investigación constante para mejorar procesos. Pero el resto está ya divulgado; desde un problema mecánico, de salud, de gestión económica, etc. Pero pocos saben buscar bien y menos todavía saber seleccionar —entre lo mucho encontrado— aquello que es realmente bueno, importante, adaptado a los nuevos momentos y a los distintos problemas que se nos presentan.

No hay que saber tanto, como hay que saber buscar bien y seleccionar mejor. Tomar decisiones y riesgos y estar constantemente puestos al día. Es ya el presente y nos tiene que pillar todo esto prevenidos, cuando no en pleno funcionamiento.