23.1.15

San Antonio el Guindero. Su milagro constumbrista y curioso

Yo con la religión mantengo una relación de respeto pero desde la discrepancia lógica por mi formación. Mis años de colegio de curas fueron muy buenos, y los puñeteros me convirtieron en cristiano crítico, alimentado después por algunos curas progresistas de aquellos que llamaban con el adjetivo de obreros o comunistas, según estuviera de moda.

Así que cuando veo tonterías que no soportaría Jesucristo me pongo de los nervios. San Antonio El Guindero es simplemente San Antonio de Padua o San Antonio de Lisboa. Un agustino portugués que murió en la ciudad de Padua, no sin antes cambiarse a ser franciscano, muriendo muy joven y con una salud siempre delicada a principios del siglo XIII.

Si en Madrid se le llama El Guindero es por un presunto milagro de lo más tonto que uno se puede imaginar.

Dicen que en el siglo XVII un labrador de Madrid iba al centro de la ciudad a vender unas canastas de cerezas subidas a un burro un poco demasiado burro. El caso es que en plena Cuesta de la Vega el burro se cabreó y dio con las guindas por el suelo, y estas presas de su redondez se apresuraron a dejarse caer por la cuesta. Normal todo.

El labrador que pensaba sacar unos buenos cuartos de aquellas cerezas se puso a jurar en todos los muertos posibles y en eso se la apareció un fraile que mirándole con cara de amistad y alegría le dijo que no se preocupara. Aquellas guindas estaban desechas, sucias, espachurradas, pero según las iba recogiendo el fraile se volvían con más brillo todavía del que tenían en el árbol. Acojonado el labrador le dijo que le llevaría un canasto de cerezas donde él estuviera aquella tarde y el fraile le dijo que él siempre se encontraba en las iglesia de San Nicolás.

Acudió el labrador y tras preguntar al párroco este le dijo que el único fraile que en aquella parroquia había era un San Antonio de Pauda que efectivamente tenía la misma cara y sonrisa que el fraile que le había recogido las cerezas. Milagro a la vista, pensaron todos y se apresuraron a creer más y más en aquel Guindero. Que me digo yo, si de verdad un Santo viene a realizar algún milagro, con lo complejo que es lograr venir tras llevar varios siglos muerto ¿no hubiera sido mejor venir a realizar un milagro con mucha más sustancia que salvar del brillo a unos canastas de guindas?

Ahora San Antonio El Guindero se dedica al Pan de los Pobres, lo que está muy bien, más en una ciudad como Madrid donde las necesidades sociales son tan tremendas. Pero una cosas es la caridad, otra la justicia y otra muy diferente los milagros de novela costumbrista.