5.11.15

Con Cataluña nos podemos equivocar aun más. Y no me leas, no pierdas el tiempo

En mis paseos por Barcelona de esta semana tiendo a hablar y adivinar comportamientos con gentes diferentes, como una manera muy económica de ampliar conocimientos. Y se me puede decir que como ya vengo "aprendido" de casa todo lo tiendo a filtrar, lo cual es cierto. Pero intento ser esponja y escuchar. Hacer de simple ciudadano que desea aprender ofrece resultado positivo.

Hoy he estado dos veces en la concentración que "Sociedad Civil Catalana" ha formado por la noche en la plaza de la Generalitat. Unas 500 personas en el inicio, unos 200 a una hora después de la marcada como inicio, con más periodistas y policía que personas en mi segunda ronda. Así que tocaba disfrazarme de curioso tonto y preguntar en castellano como turista. 

La concentración es el peligro, el auténtico problema, el punto de inflexión que todavía no se produce pero que podría generar violencias que nadie desea, aunque algunos esperan atentos. Cuidado con aquellos problemas en los que al final es la sociedad civil la que espolea y agita hasta prenderlos. Siempre hay descerebrados en todos los frentes que gustan de emplear cerillas.

El segmento social de hoy estaba formado por personas entre los 50 y los 70 años de edad, de ambos sexos por igual, creo que de formación alta y en muchos casos nacidos catalanes y claramente españolistas en sus formas y emblemas. Es decir, con unas posibilidades escasas de influir en una sociedad muy contundente y movilizada. 

He hablado un largo tiempo con una persona de la organización. No ha sido difícil si se le dice que eres aragonés y pones cara de querer saber. Creen muchos que en Aragón somos mayoría absoluta del PP. Me ha reconocido que la situación está muy complicada pues son muy pocos. La cantidad parece ser un activo único y peligroso. Pero también me ha dicho que hay que hacer algo pues van camino de la separación y el caos. No entienden que allí no estuvieran todos los que están en contra de la separación de España que son muchos más, pero que los políticos son el cáncer de esta España. Se me ha encogido el alma y he sido incapaz de decirle que yo precisamente soy político. Jodo. Me he comportado como San Pedro.

Si la solución al actual problema en la relación de Cataluña con España -y viceversa- la tienen que resolver con planteamientos tan pobres, la situación está concretada. No es posible hablar de rehenes al referirse a los que no quieren la independencia, pues aunque es una forma de pensar, no resuelve nada. Ni decir que son los más débiles los que quieren seguir en España, pues cuantos más porcentaje de ciudadanos a favor de la independencia, más débiles serán los que quieran seguir siendo españoles. El problema es otro y la solución también. Parece imposible el diálogo pues la separación social se va ampliando sin freno. Pero en realidad el problema no es tan complejo. Los catalanes no están bien en la actual relación que España tiene con Cataluña. Y tienen razón cuando dicen que en los últimos cuatro años ha ido a "mucho" peor. 

Hemos logrado entre todos los españoles (unos mucho más que otros, hay que advertir) que a la inmensa mayoría de catalanes les de asco seguir con la actual relación. Es verdad que de momento hay muchos catalanes que siguen pensando que es más beneficioso para ellos seguir dentro de España, pero casi todos menos los de esta tarde, están hasta los bemoles de esa España que parece no querer entender a Cataluña con una relación como la anterior, como la vasca, navarra o incluso la valenciana. Y están además a punto de empezar a pensar con esas partes de abajo en vez de con la cabeza. Pensar con el corazón ya hace unos años que lo abandonaron. Asumen la corrupción propia, pues es "de los suyos" y la tienen que resolver "ellos" en un claro ejemplo fácil de entender, de que simplemente quieren ser mayores de edad y los tratamos como a niños. ¿Nadie en Madrid con mando en plaza ha tenido nunca hijxs adolescentes? Tratemos como adultos a los políticos catalanes, y ya habremos avanzado algo.

¿Y ahora qué se puede hacer? Pues dialogar, dialogar e intentar dialogar. Casi imposible esto. Emplear la política, aunque la mayoría odie a los políticos, pues emplear la Ley en problemas sociales de gran tamaño nunca sirve. Y mucho menos sirve utilizar la violencia, pues la sangre siempre marca el punto de corte desde el que se impide volver a la casilla de salida. Aunque la sangre y lo sabemos con dolor, no siempre se puede controlar. Ojo con equivocarnos todavía más.