29.12.07

Vivir en Zaragoza es duro pero agradable

Vivir en Zaragoza es duro. Bueno realmente estaría mejor dicho vivir en las Zaragozas. Tenemos dos bien distintas, la de las nieblas que hace que durante todo el día durante semanas no subamos de 2 grados de máxima, y la de los 44 grados del sol en verano que achicharra.
Pero es lo que tenemos los zaragozanos, que a costa de vivir en nuestra tierra, estamos preparados para vivir en cualquier sitio del mundo mundial.
Igual soportamos los fríos de febrero de Suecia (recuerdo un año en la frontera de Dinamarca con Alemania que me avisaron del frío extremo que me iba a encontrar en cuanto saliera del avión. Aquella noche nos fuimos los 4 de Zaragoza de marcha por la ciudad, porque nos parecía una bendición los 12 bajo cero sin aire), como los calores de otro febrero en Marrakech en donde en una sola tarde me pelé la calva sin sentir calor por ningún sitio.
Estamos hecho de otra carne. Somos ternasquicos bípedos capaces de soportar lo insoportable.
Sino, de qué tendriámos este carácter tan nuestro, que somos capaces de despellejar al vecino por cometer la felonía de querer destacar siendo de la tierra.
Aquí no destaca nadie, mecagüenlaos, y si vales te piras a otra tierra que aquí no aguantamos tontadicas.
Igual es el frío.
O el calor.
O el Cierzo.