7.1.09

La manga riega. Y aquí no llega. Si llegaría, me mojaría.

Surgieron de las aguas con enormes palas y redes, deseando pescar transeúntes despistados. Iban en parejas de dos, porque si fueran de tres serían tríos, y se me quedaron mirando con todo el cuerpo chorreando aguas pestilentas, intentando alcanzarme con sus largas lanzas afiladas.
Me quedé mirando al más oscuro, un instante tan solo pues desde su boca expulsaba un vapor nauseabundo mezclado con grandes bocanadas de humo atemorizador.
Al llegar a casa, observé bien la imagen tomada y me dí cuenta de que fumaba una faria. ¡Maldito miedo, el mío!