6.5.12

Hollande nuevo medio Presidente en España

En Francia hoy no ha ganado Hollande ni los socialistas; han perdido los conservadores y Sarkozy, como están perdiendo en todos los países los mismos políticos que han gestionado mal la actual crisis hasta enquistarse y convertirla en depresión más o menos velada según territorios. Los miedos votan. En Grecia por el contrario han ganado los antipolíticos, en unos resultados más complejos de analizar, con muchas más aristas que nos indican unos nuevos caminos de los que tienen que tomar muy buena cuenta los actuales políticos mundiales, para no caer en los desbarajustes lógicos ante los miedos de quien pierde lo poco que tiene, su libertad y su empleo.

Estamos condenados a cuidar la política o a perderla. Toca elegir por parte de todos, de los políticos y de los ciudadanos que votan. Sin política no se puede vivir, ya lo hemos advertido aquí alguna otra entrada ya vieja. No se ha descubierto ningún método de gestionar y dirigir una nación, una sociedad que no sea con políticos democráticos o con militares apoyando a políticos dictatoriales. O democracia o militares. No hay ninguna otra y si la hay la desconozco.

Que no creamos que Hollande va a resultar un caramelo dulce para España, pues si bien es el contrapeso perfecto para que Merkel tenga que cambiar sus políticas de austeridad, será con enormes esfuerzos y controles como intentarán apoyar a la reactivación económica. Los países que como España tengan que salir de su crisis tendrán ahora otro plato diferente que nos alimente la economía, pero las exigencias y controles serán los mismos o mayores. Sobre todo con los grandes datos macroeconómicos y los juegos de manos financieros. Se seguirá incidiendo en los abultados desajustes en la administración del Estado, pues la compararán con la suyas y les saldrá la crítica de lo más sencillo, sean conservadores o socialistas, y nos seguirán obligando a adelgazar nuestro sistema de organización. Y nuestra picaresca negra, nuestro mercado laboral que nadie entiende, nuestra forma de soportar la crisis de empleo que nadie es capaz de creerse que lo soportamos sin romper cristales.