20.7.15

¿Qué es y cómo nos afecta en España el TTIP?

El TTIP es una nueva serie de normas que nos van a afectar y mucho en nuestro día, sin darnos cuenta en la mayoría de los casos, y del que no se está hablando casi nada. De hecho la mayoría de españoles no conocen lo que es el TTIP, ni tan siquiera que se está negociando.

El TTIP son las iniciales en inglés del “Tratado transatlántico de Comercio e Inversión”. Suena a nombre complejo, a que efectivamente a nosotros en el día a día no nos afecta, a cosa enorme que ni nos va ni nos viene. Un claro error al que están jugando para que no nos enteremos. Bien logrado, sin duda.

En realidad es un acuerdo o tratado entre EEUU y Europa, que modificará la manera de vender y comprar y de hacer inversiones entre ambos lados del Atlántico. En teoría se nos empieza a decir que no es que modifiquen las normas, sino que aumentan las posibilidades de hacer negocio. Un claro juego de palabras con el que empezamos mal. De hecho se está negociando en Bruselas en el máximo de los secretos entre algunas partes, no entre todas.En Europa hay varios niveles de negociadores entre Norte y Sur, países ricos y pobres, derecha o izquierda.


Y se nos dice que hacer negocio supone aumentar el número de empleos, atascados tanto en los EEUU como en Europa. Lo que no se dice —y si se ponen sobre la mesa documentos sobre esto no siguen una línea clara de futuros— es de qué tipo de trabajos estamos hablando, de qué número de empleos, en qué zonas entre las amplísimas Europa o los EEUU, se cree que se van a crear empleos. Es cierto que hay que replantearnos el mundo laboral pues cada vez hay menos empleos en el mundo occidental, pero hacerlo mal es peor que no hacerlo.

Este tratado se compone (se compondrá) de un texto básico, aceptable si se quiere, para tener más facilidad al intercambio comercial y de inversiones. Pero también de una serie de normas de obligado cumplimiento por ambas partes, es decir EEUU y todos los países de la Unión Europea y que son las líneas de texto pequeño que más pueden complicarnos la vida. Y además contiene un acuerdo que si al final no se modifica, unos tribunales privados y cerrados a donde acudir en caso de conflictos de intereses entre las partes. No hay apelación posible a tribunales superiores. La justicia de cada país ya no tendrá nada que decir a la hora de valorar indemnizaciones por lucros cesantes o conflictos de intereses que se produzcan con arreglo al uso de este tratado. Y esta es una de las grandes basuras de este acuerdo comercial, pues ya funciona en otros países, no es nuevo, y se sabe quien forman estos arbitrajes y estas auténticas pandillas de abogados y jueces privados.

La negociación es muy reservada, desde Europa resulta casi imposible lograr las actas completas con los textos de lo que se dice por parte de los EEUU y resulta mucho más sencillo lograrlo a través de Diputados Demócratas de EEUU, contrarios también al TTIP. La opacidad se intenta justificar al ser la negociación de un tratado con un valor inmenso en la estrategia mundial donde otras zonas del planeta también quieren inmiscuirse pues les afecta negativamente.

Curiosamente el TTIP estará por encima de las leyes de cada país que los firme, es decir por encima de los EEUU y los países de la Unión Europea, incluso de sus respectivas Constituciones si eso chocara, pero en Europa no se va a someter a referéndum entre la población. Hay que recordar que es un tratado libremente firmado entre países y aceptado por las partes como cualquier otro contrato comercial que se firme entre dos partes, y que además se hace un claro referente al tipo de justicia que debe resolver los conflictos. Punto.

Y entre las líneas de texto de normas, figuras también las maneras por las que los países que lo deseen pueden salirse de este Tratado en caso por ejemplo de cambios de gobiernos  en algunos países y que no les parezca bien este acuerdo. Y ese es otro punto de conflicto pues convierten casi en imposible la salida fácil y mucho menos rápida, de un acuerdo firmado libremente entre dos partes. Una vez que se pone en funcionamiento, cualquier salida supone una retahíla de miles de juicios con indemnizaciones pendientes por lucro cesante, que asustan a cualquiera. Si hay dudas preguntar a Egipto, a países de iberoamérica o a otros países de África con acuerdos comerciales parecidos.

¿Y por qué si parece tan malo, se llega a la necesidad de tener que aceptar este tipo de Tratados? Pues principalmente porque se sabe que las relaciones comerciales en el mundo globalizado han cambiado y mucho. Porque se tiene miedo a los países emergentes, a China e India o Pakistán sobre todo. Porque se sabe ya que la economía de mercado actual ha tocado fondo y resulta imposible seguir creando puestos de trabajo para todos los habitantes del mundo occidental, si no es facilitando el comercio entre unos y complicándolo entre otros. Porque desgraciadamente hay otras formas de intentar resolver estos problemas sin salirnos de las soluciones que nos ha dado la historia en los últimos siglos, y estas soluciones son todavía peores, según afirman incluso los intelectuales y economistas que están en contra del TTIP.

¿Cómo nos afecta a nosotros? Pues en el corto y medio plazo será muy complicado modificaciones laborales en positivo y sencillo acabar con un mercado laboral empobrecido, con menos derechos y sueldos peores. Es cierto que parecen coincidir muchos en que los puestos de trabajo de alto nivel y formación pueden mejorar en sueldos y en movilidad, en que la salida es la innovación productiva y la alta formación en todos los aspectos. También parece seguro que lo que consumimos ahora tendrá menos controles sanitarios, muy altos en Europa y bajos en EEUU, al entrar en nuestra Europa productos de todo tipo que sin controles se pueden exportar más baratos. Los medicamentos por ejemplo, desde que se “inventan” hasta que se comercializan pasan muchos más controles en Europa que en EEUU y lo que puede ser una oportunidad para las enfermedades graves es un grave problema para las enfermedades globales que verán nuevos medicamentos son los controles que en Europa consideramos básicos. Se podrá invertir mucho más fácil, pero también entrar y salir de los mercados financieros, los bancos de todo tipo, las inversiones de laboratorios financieros, etc. Y negativamente sobre todo para las empresas pequeñas y medianas, se abre la posibilidad de que todo tipo de contratos públicos pueden recibir ofertas desde muchos más mercados, a veces no tanto sólo para abaratar precios como para realizar deslocalizaciones, etc. Pueden desaparecer las Denominaciones de Origen, las Marcas de Calidad, el concepto europeo de cava o de brandy o de jamón de Teruel o de Jabugo, pues todo pasar a ser parte de las generalidades. Jamón, vino, licor, aceite, manzanas, etc. Será el precio y la calidad del producto lo único que separa uno de otro, y no sus apellidos. Con el consiguiente peligro o realidad positiva según quien lo mire, de que el aceite de oliva virgen del Bajo Aragón esté en el mercado de Zaragoza a 11 euros el medio litro, pues es a ese precio al que lo venden por calidad única en el mercado americano. Las privatizaciones de todo tipo serán una constante brutal, pues no se podrá acotar servicios para catalogarlos como públicos por estrategia social o política. Sea energía, defensa, sanidad, seguros, enseñanza, transporte, etc.

Si unimos a todo esto el que cambian las normas de asociación de trabajadores en sindicatos y las normas para realizar huelgas. O que la agricultura se verá modificada en gran medida al resultar casi imposible para España competir con cultivos en espacios de tamaño pequeño o medio, o que la dependencia del petróleo y el abandono definitivo del carbón también nos afectará, y que la gran trampa de los ISDS (tribunales de arbitraje privados) es una enorme amenaza para los Estados pequeños, pero también para autonomías o ayuntamientos pues se librarán los conflictos en todos los escalones administrativos, vemos que efectivamente lo que se está negociando en Bruselas es una serie de modificaciones que nos afectan y mucho.

La gran espada sobre nuestras cabezas se llama “lucro cesante”, así que apréndete estas dos palabras pues las escucharemos mucho de ahora en adelante.