30.12.19

Unos 78.000 aragoneses mayores viven en soledad. Casi todo mujeres

Unos 78.000 aragoneses, Personas Mayores, viven solos en sus hogares sin haberlo elegido en libertad, de los cuales más de 53.000 tienen más de 80 años. Personas muy mayores que viven en muchos casos en sus localidades pequeñas, solas y a veces con escasos recursos propios y pocos servicios públicos, en una soledad no elegida pero inevitable que les produce tristeza, depresión no declarada, salud incierta, tristeza y en cierto modo un abandono parcial.

Son autónomos en la mayoría de los casos y entienden que están mejor solos que en una Residencia de Personas Mayores, cuando no es posible vivir en familia. Las necesidades sociales y públicas de estas personas mayores con soledad no deseada son múltiples, diferentes al resto de sociedad, caras en muchos casos, sobre todo por las distancias y por las enormes diferencias entre personas.

Esas más de 78.000 personas de Aragón son en su mayoría mujeres, curiosamente mujeres que en los últimos años de su vida no tienen una vida de calidad y de las que pocos se acuerdan en esta sociedad tan dada a defender a las mujeres jóvenes. ¿Y a las mayores quien les atiende en calidad?

Una Persona Mayor necesita hablar, escuchar a otras personas. Necesita esa seguridad pasiva de simplemente “estar con otros” y sin grandes ingresos sí al menos tener una vida digna de salud, alimentación, cuidados, ocio, relación, seguridad. Deben hacer ejercicio física adaptado a cada edad y realidad en salud, pasear y respirar aire fresco algo que en las Residencias de Personas Mayores no es tan sencillo como en las zonas rurales.

Hay que revisar los programa de Residencias para Personas Mayores, muy escasas las plazas públicas, carísimas las plazas privadas y con una calidad a la que hay que someter a variados controles. 

El avanzar en edad no debe implicar nunca la pérdida de derechos personales, ni de consumo y gasto, ni de atenciones básicas adaptadas a la soledad, ni de salud pasiva, ni de alimentación adaptada a la edad, que también necesita seguir tomando productos que antes tomaba. No solo de sopas y pescado a la plancha debemos alimentar a las personas mayores.

Y si la familia no puede atender como se merecen a estas personas, deben ser los organismos públicos los que lo hagan a costa de las pensiones o de las propiedades de estas personas, pues si es triste estar solo sin desearlo, más lo es disponer de ingresos o propiedades y no tener una atención suficiente de calidad.