La política no debe ser únicamente administración de los asuntos de la sociedad, y ese es un error repetido en los últimos años en España. Convertimos toda estructura política en una simple estructura de gerencia de problemas, que incluso a veces ni en eso funciona bien. Y la política tiene que ser mucho más.
Para gerenciar problemas y soluciones ya estarían los gestores que deben ser técnicos de prestigio y formación en dar salida rápida, eficaz y barata a todo tipo de problemas. Hacer de gerentes es trabajar por el presente y los políticos deberían trabajar sobre todo para el futuro. Pero sin olvidar de resolver los problemas del presente.
Un político está para diseñar las metas hacia las que se debe dirigir la sociedad del futuro. Para prevenir los problemas, para diseñar soluciones, para decidir ideológicamente qué tipo de reparto social se debe realizar, de qué manera se defiende la competitividad de su sociedad en relación a sus vecinos.
Pero nunca para ser un simple Administrador de Fincas muy grandes, pues para eso ya están los técnicos, los asesores y los gestores con sus leyes. No hay que trabajar los papeles que ya están sobre la mesa, sino inventarse nuevos papeles para poner encima de la mesa de los Administradores.
Si buscamos un ejemplo sencillo, un político debe desarrollar qué tipo de educación debe estructurarse en su sociedad, de la forma más amplia y atendiendo a las necesidades de futuro. Pero no tiene que entrar a valorar únicamente de qué forma deben ser los colegios, cual el sueldo de los profesores. En cambio sí debe decidir qué tipo de relación hay que tener con los profesores y estos con la sociedad, cuantos colegios públicos deben construirse y dónde, qué materias y con qué contenidos deben importarse de forma generalista en su sociedad.
Administrar o gerenciar es muy sencillo. Hacer política debería ser mucho más complicado que en la actualidad. Definir el futuro es potenciar el presente.