2.8.23

Contra la Violencia Machista, ¿se puede hacer algo diferente?


Llevo años, más de una década, advirtiendo en donde puedo y se me escucha, que la Violencia Machista o Violencia de Género o violencia en general, es sobre todo un tema al que hay que tratar desde la Educación y la Formación, asumiendo de lo lento que supone ese trabajo. Sobre todo si no se sientan las bases para comenzarlo desde otras ópticas.

Hay que crear nuevos proyectos urgentes de educación social y humana, reflexionados, novedosos en algunos casos, escuchando a los miles de ciudadanos que desde programas educativos ya existentes saben que hay que trabajar mucho más y mejor en estos apartados.

Cambiar las leyes no sirve para el núcleo del problema. Hay que modificar hábitos de ciertos consumos. La familia tiene un papel fundamental. 

El acoso escolar hay que remediarlo como primera piedra del machismo violento que se va construyendo desde la violencia de niños. Y hay que educar a niños, a jóvenes, pero… cuidado… también a los padres, a los adultos como padres y como esposos. 

Y como sé que no sirve de nada hacer charlas en los colegios, pues siempre acuden los que menos las necesitan, hay que cambiar modelos educativos hacia la sociedad, y ese es otro tema, pues haberlos haylos. 

Y tenemos ejemplos constantes de consumos provocados… que funcionan muy bien y dan muchos beneficios a las empresas que nos los meten por los ojos al cerebro, sin darnos cuenta.

Y ahora me voy a centrar solo en la Violencia Machista. 

El machismo es sobre todo fruto del patriarcado cerebralmente interno. Del machismo educacional de siglos, de aceptar que somos animales inmaduros que hay que educar constantemente para ser más racionales cada día. 

No creo que haya crecido en las últimas décadas, sino al contrario ha disminuido pues se está realizando un buen e intenso trabajo para mitigarlo. Pero debe desaparecer sobre todo del miedo de las mujeres, pues eso supone una sociedad débil.

Al asesino, al violento, cuando desde dentro de sus entrañas podridas le sale la vena violenta que le nubla la mirada, le importa tres pitos el tipo de leyes contra las que se enfrentará. 

Incluso en muchos casos él mismo cree en la máxima pena… y se mata sentenciándose él mismo. Siempre después de cometer el terrible delito.

Hay que cambiar las leyes, sí, pero no como objetivo para erradicar la violencia, sino como herramienta para organizar mejor y gestionar de manera más lógica, la sociedad actual.

Sabemos que hay una decisión en las mujeres que "provoca" (sí, estoy admitiendo qué sé el verbo que utilizo) gran parte de las violencias de los hombres, sobre todo las más violentas. Luego…, es inevitable trabajar sobre esa decisión mucho mejor, más eficazmente. 

Hablo del momento en el que la mujer decida acabar con una relación, momento tremendo para la mujer y la familia, sobre todo si tienen hijos, pues el miedo y la debilidad salen de decisión en toda su brutalidad.

La mujer no es que necesite asesoramiento para esa decisión, que la necesita, sino que sobre todo es necesario un acompañamiento activo y en primera línea, y una opción de empezar a construir su futuro sin miedo a lo que no podrá hacer o tener. 

Irse nunca debe ser una decisión comunicada en frío, ella sola. Ni tampoco algo que el marido violento vaya intuyendo con el paso de los días. 

Los especialistas en estos temas deben establecer las normas para resolver este punto de ruptura sin violencia, buscando alternativas de mediación, de salidas pactadas del lugar con el apoyo institucional. 

A veces se hace, pero hay que hacerlo más y mejor. Si se intuye una violencia larvada, hay que prevenirla antes, con modelos de intervención que sean novedosos, y a veces costosos. Pero una vida no tiene precio.

Decía antes lo de utilizar PROVOCAR como verbo, y lo deseo aclarar. Provocar es también ocasionar, causar, originar, producir, estimular una respuesta. Sin ninguna duda es también motivar una reacción, incitar a que quien se sienta actor principal o incluso único dentro de su patriarcado enfermo se alborote, se sienta agredido. 

Por eso hay que asumir primero la importancia de la palabra y la acción de PROVOCAR para antes buscar y encontrar respuestas válidas a lo que ya sabemos que se va a producir.

Resumo. 

Educación en las escuelas e institutos como modelos muy lento de actuación. Cambio de leyes no tanto para agravarlas en años como para convertirlas en estigmas temporales a quien comete violencia, con la imposición de pulseras telemáticas gruesas. Hay que crear sistemas de ayudas activas de intervención en los procesos de ruptura antes de que esta se produzca. Siempre con las garantías judiciales democráticas.

Técnicamente es posible la colocación de pulseras o tobilleras de alarma a las personas condenadas por violencia, para que no salgan de una determinada ciudad sentenciada por un juzgado. El extrañamiento puede ser una opción legalmente modificable en una subida de grado, de lo que actualmente es la Orden de Alejamiento. 

El acoso familiar violento con pruebas suficientes, debe ser un delito que lleva al extrañamiento con sus consecuencias de pérdida del domicilio y de incluso el trabajo.

Y asumir que en estos tiempos de tensiones contantes, es imposible llegar a consensos sobre cambios, sobre ideas y reflexiones. Hay que calmar a la sociedad, y a partir de ese punto, ponerse a trabajar y mucho.

Ajovín