20.7.10

Los políticos en España están mal vistos. Mal vamos.

El uso e incluso abuso que se hace en este santo país desde los medios de comunicación hacia los políticos nos traerá más problemas que alegrías, y lo comenta este servidor que apuesta por la trasparencia pero sin el descaro de intentar que sean los políticos —como seres humanos que también son, aunque no se les brinde ese favor— los únicos que tienen que ser inmaculados y además parecerlo.
El caso Bono es el último ejemplo de lo que comento, detrás quedan decenas y quedarán otras más. Pero en el camino se apena los mejores, asustados y preocupados de que se trate tan mal a las personas que deciden entregar parte de su vida al servicio de todos.
La inmensa mayoría de los políticos jetas lo serían mucho más en la empresa privada. Hay muchos más delincuentes por metro cuadrado en la vida privada, en los servicios privados que en lo públicos. Los mayores sueldos, inmensamente mayores, se dan en las empresas privadas. Las mayores trampas y aplaudidas con gracias se dan en las empresas privadas. Los descontroles absolutos, los asesoramientos para el fraude, las cuevas en donde todo se esconde, los desfalcos diarios en la justa medida para no ser delito, el medrar y el desmadre se da en la vida privada.
Queremos los mejores políticos para que resuelvan nuestros problemas, y los queremos inmaculados y a precio de saldo. Además deseamos controlar todo lo que hacen ellos, sus parejas y sus hijos, junto a sus abuelos si se tercia y amenazamos con hacer público el mínimo detalle que no encaje en alguien de su familia. Les espetamos a la cara sin respeto que son unos ladrones por un café que no pagan, obviando que los ladrones son otros, obligando al político a estar o asustado o desaparecido o dimitido. Somos una sociedad poco inteligente, de veras.