4.9.23

Cataluña y España están llamados a entenderse


La reunión de ayer de la vicepresidenta del gobierno Yolanda Díaz con Carles Puigdemont es un primer paso acertado para intentar resolver el problema histórico del encaje correcto de Cataluña con España. Y por ende el del País Vasco, o el de cualquier otro territorio en esa España de futuro. Un proceso que en el mejor de los casos durará décadas.

Yo no tengo dudas de que las relaciones entre Cataluña y España no son las correctas y que si queremos como país funcionar bien, hay que resolver los problemas que se presentan ante la historia. Y antes de hablar de la reunión entre Yolanda Díaz y Carles Puigdemont hay que repasar algo los hechos históricos.

El referéndum de independencia de Cataluña de 2017, también conocido como 1 de octubre ó 1-O, fue un referéndum de autodeterminación, convocado por el Gobierno de Cataluña y suspendido por el Tribunal Constitucional de España el 7 de septiembre de 2017​ y finalmente celebrado de manera irregular y absurda en Cataluña el 1 de octubre de 2017.

A partir de ese error, del que como siempre sucede no hay un solo responsables, toda la relación terminó de hundirse y el Presidente de la Generalitat y algunos de sus Consejeros tuvieron que irse de España a un exilio que cada uno puede entender como quiera, pero que no sirve para resolver el problema.

Casi seis años después hemos mantenido una relación muy complicada en donde nadie se ha atrevido a destensar la cuerda, en donde incluso parte de la población catalana ha cambiado de opinión y en donde todos, lo digan o lo callen, saben que en algún momento hay que tomar decisiones complicadas pero inevitables, si se quiere resolver la situación.

Es verdad que en estos seis años, la situación en vez de ir a peor, han ido lentamente hacia un asentamiento de las posiciones, a una calma tensa que ha facilitado la decisión de reunirse la vicepresidenta del Gobierno con Carles Puigdemont. 

Simplemente porque ante estos hechos claros aunque con diversos puntos de vista, no hay más que dos opciones. O se camina lentamente hacia una solución, o se camina lentamente hacia un enquistamiento peligroso.

Y nada más comenzar este septiembre de 2023, la líder de Sumar y vicepresidenta segunda del Gobierno en funciones, Yolanda Díaz, se ha reunido en Bruselas, durante casi tres horas, con el expresidente catalán y eurodiputado Carles Puigdemont.

Y han terminado la jornada con un documento conjunto y donde ambos políticos dicen compartir “la profunda convicción de que la política debe hacerse desde el diálogo y los principios democráticos” y de que “los problemas políticos deben volver a los cauces políticos”

Esta sería la noticia que debe dar entrada a las opiniones, lógicamente muy encontradas y distantes según desde donde vengan y desde qué mercado de la política quieren vendernos. No hay que olvidar que estamos en semanas preparatorias para las votaciones que designarán a un nuevo Presidente en España o nos llevarán a una repetición electoral.

El problema de convivencia entre la Cataluña que aspira a salirse de España y la España que solo entiende la nación como Una y Grande, se lleva mal con una inmensa parte de la España que aspiramos a llevarnos todos bien engranados, sabiendo que los Federalismos son una solución posible que llamándolos de otras maneras ya funcionan en varios países europeos cercanos. Veamos los ejemplos de Suiza, Alemania, Países Bajos, Bélgica o incluso los EEUU.

Nada es posible fuera de la Constitución, pero esta, muy bien construida y el ejemplo es su durabilidad, es capaz de adaptarse sin salirse de ella a las realidades que han ido surgiendo, buscando soluciones que encajen en su marco.

No hay que olvidar que estamos dentro de una nueva realidad, la Europa Unida, que sin estar bien construida todavía, camina hacia un espacio multinacional en donde es más fácil el engranaje de Estados con varios países en su interior.

Pero como es lógico, no todo es ceder ante Cataluña, ante lo que pretenden una parte de los catalanes. Sobre todo por el efecto contagio de las decisiones que nacen equivocadas. 

El principal error de la Transición fue la construcción mal realizada de las Autonomías, con dos velocidades equivocadas que dificultan los actuales procesos de federalismo simétrico. Y el federalismo asimétrico ni existe ni es recomendable.

Por otra parte en estos momentos de una debilidad política en el Congreso de los Diputados y en el Senado, es imposible avanzar mucho en reformas de calado, en modificaciones que no sean intentar la convivencia. 

Y los que se crean que ahora toca es que no saben leer los momentos históricos, y están condenados al vacío o nos quieren condenar a todos a la violencia.

Julio M. Puente