11.4.12

La esperanza de Mariano Rajoy no se llama Esperanza

Esperanza Aguirre lo ha dejado hoy muy claro: no cree en el Estado de las Autonomías —ya lo sabíamos— y quiere un volver al pasado, un destrozar el espíritu de la Constitución, devolver Educación, Sanidad y Justicia al Estado de Madrid e incluso suprimir los Parlamentos de las Comunidades autónomas. Eso si, trasladaría transporte y servicio sociales a los Ayuntamientos. Es decir a las Comunidades, nada de nada, pues las piensa disolver. 

Lo curioso es que muchos españoles piensan como ella. Y digo curioso por no decir vergonzoso, para no asumir mi parte de culpa personal en que la sociedad no hay entendido que las Comunidades Autónomas, ese camino a medio andar entre un federalismo y un Estado centralista, fuera positivo para todos. Yo también soy culpable. Y tú. Bueno, algunos de “tús” no, pues precisamente queréis esto que pide la Esperanza.

Es duro de asumir este modelo, complejo incluso para el futuro de una España que se nos plantea muy gris oscuro y con serios problemas incluso de viabilidad social y legal.

Dice Esperanza que se lo ha contado todo a Mariano Rajoy, con pelo y señales. Lo que no ha dicho es qué le ha parecido a Don Mariano. Aunque creo que no le ha parecido mal del todo, cuando no la ha despachada a gorrazos de su despacho. ¿Y el PSOE qué opina? ¿y la Merkel? La Generalitat ya sabemos lo qué ha dicho: le parece muy bien siempre que no afecte ni a Cataluña ni al País Vasco.
Vamos camino de la nada, de una contra reforma en profundidad alabada incluso por gran parte de españoles. Hay que cambiar la Constitución, pero abriendo toda ella de canal. Se nos hunde el consenso de la Transición, las ganas de calma y sosiego, la sensación de que lo habíamos hecho bien. A partir de ahora todo está en juego, en consideración, en un brete de irse al carajo. De irnos a la mierda incluso. Los jóvenes huyen a Chile o Alemania, los alemanes no vienen a tomar el sol, si acaso a emborracharse, nos vuelve a bajar la Bolsa y la prima de riesgo la tenemos ya en 430 puntos; como para tirar cohetes, oiga. Pero eso si, Mariano pasa por delante de los periodistas y frunce el entrecejo, pues no quiere mentirles.

No entendemos a Mariano, no quiere hablar con los españoles para no mentirnos. La verdad no la puede decir, sería terrible escucharla. Y el buen hombre no quiere mentir. Y no ha encontrado otra fórmula de comunicación. Es lo que tiene ser muy católico, que está mal mentir y además es pecado. Entre decir toda la verdad y mentir descaradamente, hay una fórmula que se llama “mentiras piadosas” que a veces sirven para alegrar al personal. No, no pido mentiras piadosas a tutiplén, es que simplemente pienso que serían mejor que las verdades de verdad y las mentiras de libro que nos están contando.

NOTA: Nos avisas los medios que Rajoy piensa que no entran en la Constitución estas ideas. Bueno, algo es algo. Al menos se ha dado cuenta de eso. Por fa, Mariano, consulta cómo lograr comunicar mejor con los españoles, es interesante intentarlo.