1.1.20

Los retos de Europa para el año 2020

Europa en este 2020 que iniciamos se enfrenta a su decrecimiento por el Brexit y con ello con la obligación de realizar cambios importantes que sirvan para edificar el futuro con menos pero con más fuerza de Unión. Sabe que la competencia comercial será brutal con nuevos países que ya se consideran importantes ellos mismos para dar la cara ante una Europa que de momento demuestra su debilidad, y que para poder defenderse tendrá que trabajar muy bien el nuevo orden de poderes entre sus miembros.

El Cambio Climático hay que afrontarlo desde la urgencia ya, pero a su vez desde la eficacia poniendo nuevas normas de consumo energético sobre todo. Creando también ciudades más verdes, más humanas, más calmadas y habitables.

El Reto Digital es otro asunto a considerar con reflexiones a muchas bandas pues afectará sin duda y con urgencia a nuevas maneras de entender el trabajo, sus horarios, su reparto entre la sociedad. El desafía digital es imparable y ante él lo primero es modificar algunos aspectos clave de la Formación y Educación para dominarlo y transformarlo en positivo. Pero a su vez hay que entender la distribución nueva de los trabajos, donde podría producirse grandes brechas entre los propios trabajadores, brechas de Clase, aupadas por una buena o mala formación profesional.

Europa está en medio de todas las inmigraciones más contundentes que vamos a tener en esta décadas. Sus enormes fronteras muy diversas y sus facilidades por idioma para poder facilitar la vida de quien llegue desde fuera, hace inevitable que seamos un espacio de recogida. 

Hay que construir desde la solidaridad mecanismos de acogida en sus vertientes sostenibles y válidas, pues en la misma medida en que Europa puede acoger a millones de nuevas personas que quieran integrarse a nuestros sistema de vida, no lo es par acoger a oleadas de nuevas personas que no vengan dispuestas a entender qué es Europa, sus forma de vida y sus economías productivas.

No es cuestión solo de asilo a personas muy necesitadas, sino sobre todo de integración rápida y de formación a los más jóvenes, para que sepan entender sus nuevos destinos en todas sus variables. Sin responsabilidad europea ante este reto, no se podrá controlar y gestionar con lógica humana y con eficacia en el corto y medio plazo.

Pero queda otro asunto que de forma nueva hay que plantear otra vez sobre la mesa de Europa. Un sistema de Defensa común y una política exterior contundente que sepa plantear el respeto de una Europa Unida que no está herida, sino con muchas ganas de ser fuerte y potente. Y de explicar a sus ciudadanos para qué sirve ser parte de la Europa Unida.