26.4.10

La fiesta de los españoles es estar de fiesta

Hoy la portada de mi diario inevitable venía con media portada de toros. Casi un 6 a 1. El resto, como son más adelantados lo hacían ayer. Quien viniera a España desde el pasado o el futuro, nos vería raros. Nos vería felices y festivos, alegres y dramáticos con la fiesta cotidiana, sin problemas ni dudas, ni nada más importante que reseñar en su día a día, que un accidente de trabajo en un país extranjero.
No sé cuantas personas fallecerían ayer de accidentes en España. No llevo la cuenta de cuantas personas, que han hecho algo por España, han muerto o tenido dramas en lo que va de año. Pero nos importa poco esto. Nos gusta lo “Estebanil”, las boberías de circo y pan, las distracciones variadas para no vernos reflejados en las miserias.

Ya, lo sé, tú no. 
Ni yo. Faltaría más. 
Ni tú ni yo. 

Lo que sucede es que son tan grandes esas ¿minorías? a las que nadie dice pertenecer, que yo estoy seguro que los medios de comunicación deben ser idiotas de baba, dedicando tanto espacio a estos temas que a nadie gusta.
Se nos mueven las entrañas cuando vemos a un animal con pinchos hacer su trabajo bien, pero en cambio nos importa un pito que nos cuenten que un español está investigando el cáncer, desde la discreción y su trabajo duro de todos los días. Creemos que todos los políticos son unos ladrones porque nos da tranquilidad saber que ya hemos descubierto al culpable de nuestras idioteces. Somos esclavos de un mundo que nos domina y nos retiene; pensamos. Estamos atrapados por un manojo de bellacos; aseveramos. Todos son ladrones pero nunca sospechamos que tal vez nosotros seamos tontos de culo por no mandarlos a la mierda de un capón bien dado. Creemos que nos han elegido para ser espectadores de nuestro mal destino, que todo se mueve desde el privilegio de los demás para robar y que nuestro destino es ser acompañantes de los “otros” y aplaudir la fiesta.
Como no podemos hacer nada, nos decimos en voz baja, elegimos la fiesta “total” y nos dedicamos a vivir como espectadores de todo. Por eso incluso nos alegramos sin decirlo cuando algo sale mal, como que un bicho negro pinche. “Ya lo decía yo, comentamos en cuantas ocasiones tengamos cerca a un tonto callado que escuche, se le veía venir, es un irresponsable”

El bobo de premio soy yo, por escribir esto pretendiendo que alguien lo lea. Ahora mismo me voy al bar a seguir trabajando en serio.