30.12.15

Eduquemos a los hijos contra el consumismo, y así valorarán más todo

Hoy paseando por mi barrio, una zona normal de gente trabajadora, iban unos cuantos críos como de unos 12 años con sus nuevos móviles de última generación pasándose los números de teléfono y enseñándose los modelos guapos y grandes, para poder luego intercambiarse todas esas cosas que se deben pasar por whatsapp: videos, fotografías, contactos o mensajes de nada.

En los tiempos que estamos —porque así queremos todos estar— esto es lo más normal siendo tiempo de Navidad y Reyes, pero yo me pregunto: ¿es necesario que a esta edad tengan estos teléfonos tan caros?; y ya no caros y super modernos, sino incluso:  ¿Es necesario que tengan teléfono móvil a esas edades?

Metemos a los hijos en una espiral de consumismo desaforado y sin sentido, aunque luego nos venga justo para pasar el mes, y aunque así no sea, aunque puedan permitírselo las familias, si ahora les compramos un teléfono de los caros, ¿que será lo que les tendremos que comprar después, para tenerlos contentos?  Eso sí, los libros del colegio o del instituto son siempre muy caros, y nos quejamos desaforadamente. Creo que los padres se están equivocando un poco con sus hijos, igual que seguro que me equivoqué yo con los míos en alguna cosa. Pero todo tiene que tener un precio, que en el caso de los niños, que no tienen dinero por no trabajar, debe ser otro, pero debe existir, para que aprendan a que todas las cosas cuestan.

Los profesores tienen que enseñar en los colegios las asignaturas correspondientes, pero los padres, “LOS PADRES”, tienen la obligación de  educarlos y de decir que NO aunque se enfaden los hijos con nosotros. Que es duro, lo sé, pero no podemos darles todo lo que piden, tienen que ganárselo, con notas buenas, ayudando en casa, leyendo y poniendo esfuerzo en su trabajo como alumnos, que es una cosa que no siempre suelen hacer. ¿Por qué comprarles un teléfono que por lo menos vale 300 € para arriba y no un libro que puede valer 20 €?

¿Que cosas digo verdad? son del siglo pasado; ¿pero no decimos muchas veces que lo antiguo sigue sirviendo? Pues tal vez también los pensamientos y las experiencias personales sirvan para avisar de los errores. Las cosas hay que ganárselas  para valorarlas.

M. Mercedes Ajovín