9.2.19

Antes del superdomingo de mayo, está el superdomingo de febrero

Este domingo tenemos en Madrid la Madre de todas las Manifestaciones, a la que acude incluso Falange con sus banderas azules. Mal estamos cuando se manifiestan juntos los nuevos de Ciudadanos, los viejos del PP y los prehistóricos de Falange. Todos unidos en una minestrone nerviosa y gritona.

El domingo todos contra España desde España, como si nos fuera la vida en ello, sabiendo que el “ello” es derrocar a Sánchez que mola un huevo la apuesta. Nadie es capaz de ofrecer soluciones a los problemas, si acaso más problemas y ruido sobre los problemas. Hay que admitirlo, al menos es entretenido todo esto, hasta que salga la sangre por algún costado.

Esta próxima semana se la juega España en varios frentes. Otra vez la Justicia entra a saco a marcarnos el futuro. Mariano Rajoy cayó por una sentencia. Ahora se trata de saber quién caerá con la sentencia contra la independencia de Cataluña. Que no nos quepa duda, alguien tendrá que pagar los platos rotos.

Las muchas derechas —esas que parecen unidas y no como la izquierda que siempre parece troceada— en realidad pueden cometer el gran error de insistir en sus objetivos comunes y lograr que se alíen las izquierdas en aparecer a la contra. Contra cualquier acción, siempre hay una reacción. 

Podría ser que en mayo esas derechas tan ufanas de la Plaza Colón se vieran tan mezcladas entre ellas mismas, que algunas saliera mal parada, y puede que no sea la que haya llegado la última.

Yo si fuera Sánchez utilizaría a mayo como la catarsis de todos los males. Una auténtica sopa de elecciones globales que dejarían a España ingobernable por otra década más. 

Un superdomingo electoral haría perder a todos, incluida España, pero al menos no haría perder solo a Sánchez. Saldríamos en mayo con más dificultades que ahora para formar gobiernos útiles.