24.5.10

Mariano Rajoy en Sálvame. Para condenarlo.

Mariano Rajoy está sin cocer. Lo he visto en el programa de “Salvados” de La Sexta y lo siento por España, pero está más verde que los aprendices de políticas en cualquier grupito de amiguetes.
No es de recibo que una persona que aspira a convertirse en Presidente de España, tenga unas respuestas san sosas, tan mal organizadas, demostrativas de una falta de carisma y rapidez mental que preocupan.
No se puede, nunca, responder que no sabe qué piensa la Falange. Tiene la obligación de saberlo. Y si no lo sabe, debe disimular. Pero si lo conoce y no quiere decirlo, la respuesta lógica no es decir que no lo sabe. Tiene que trasmitir seguridad, debe convencer de que es el mejor, quien más sabe, quien no tiene dudas.
No se puede responder con un “posiblemente” cuando se le pregunta si España estaría mejor si él hubiera sido presidente del gobierno en vez de Zapatero. ¿Dónde queda la seguridad necesaria para que sea el representante de todos los españoles, quien intente resolver todos los problemas? Las respuestas a las preguntas sobre las encuestas (que no le hacen despegar demasiado) demuestran una falta de carisma, de cintura, de saber aprovechar el momento.
Pero el instante peligroso por la trampa que era, y en donde ha tropezado hasta el fondo, es cuando se le ha sugerido que anuncie a los españoles que el programa “Salvados” volverá en septiembre. Hombre, no. No, no. Un futuro Presidente del Gobierno no puede caer en una trampa tan sencilla, tan de preescolar. No puede ceder hasta ser grabado con un anuncio de estas características. ¿Y si él en septiembre es ya Presidente?, ¿qué uso harán de esa grabación en septiembre? Un líder se sale por la tangente y aprovecha para anunciar que quien estará en septiembre será él de Presidente si queremos una España, patatín, patatán.
No se puede servir de hombre anuncio a un programa, que sabe (o debería saber) manipula con humor todo lo que graba. Mal vamos, en serio. Incluso cuando se prestan a ser simpáticos, la cagan, con perdón de las cacas.